La Sierra del Cabezo está situada en el sector oriental de la Sierra de Gredos y separa los Valles del Alberche (norte) y del Tietar (sur). El Cerro del Cabezo (2.190 m.) y el Cabezo de Mijares (2.187 m.) son sus prominencias más elevadas. La primera es una cumbre rocosa y solitaria, y la segunda es una mole redondeada que domina una de las zonas más bonitas y menos frecuentadas de Gredos (posiblemente eclipsada por el cercano Circo de Gredos o la multitudinaria Guadarrama).

La Sierra del Cabezo es la culminación del Macizo Oriental de Gredos. Se trata de un bloque de canchales y peñas de atormentados granitos que se extiende entre los puertos de Mijares y Serranillos, siendo su travesía una típica de los montañeros abulenses (que algunos extienden incluso hasta el Puerto del Pico). Como todo Gredos, presenta una gran asimetría entre la vertiente norte, más suave, y la sur que constituye una abrupta muralla que se levanta más de 1.500 metros sobre el Valle del Tiétar, con difíciles accesos.

Sus laderas están cubiertas de pinares en las zonas más bajas y prado y matorral en las altas, sobre todo retama, llegando a las crestas. La roca sólo aparece en forma de extensas pedreras o en el vistoso crestón que se extiende entre las dos cumbres más altas, bonito cueto destacado al norte de la cresta principal.

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Localización: Mijares

Tipo de Ruta: Montañismo

Longitud: 17 km, aproximadamente (ida y vuelta)

Duración: 6 a 7 horas

Época recomendada: Todo el año

Dificultad MIDE: mide_SierraDelCabezo

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de montaña (crampones en invierno) y agua. (más info…)

Ruta GPS:

Sierra del Cabezo

Recomendaciones:

  • Hay agua potable en Puerto de Mijares (algo más abajo del refugio, hacia Mijares) y en el Collado de la Centenera (si lográis encontar esta última), pero es recomendable llevar al menos dos litros de agua en la mochila.
  • En invierno es necesario el uso de crampones. Y, desde luego se trata de una de las zonas más interesantes de Gredos para realizar esquí fuera de pista. Mucho menos masificado que el Macizo Central de Gredos.
  • Desde la cima se tienen unas vistas magníficas del Macizo del Torozo y de las grandes cumbres de Gredos como el Almanzor. Os recomendamos llevar una buena cámara fotográfica con zoom y unos prismáticos.

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Osa Mayor sobre el Castillejo

«Estáis como una cabra», dirían algunos.

«¿Por qué lo decís como algo negativo?», preguntaría yo. Es precisamente como una cabra como queremos sentirnos cuando hacemos noche en una montaña y luego nos ponemos a saltar entre sus rocas.

Mi compañero Gonzalo y yo nos hemos acercado hasta este rincón casi olvidado por los asiduos de Gredos para pasar una noche al raso y afrontar después la travesía integral de la Sierra del Cabezo. Desde que ascendí hace algunos años al Torozo, dejé pendiente en mi memoria el acercarme hasta esta preciosa sierra, y ahora es la ocasión de afrontarla.

A todos aquellos que les parezca una locura dormir en el suelo de un puerto de montaña, supuestamente con frío, yo les digo que deberían probarlo alguna vez en la vida; pues no hay sensación más maravillosa que ese contacto con la naturaleza bajo un cielo plagado de estrellas, con la Vía Láctea marcando el camino a seguir…

Amanece en el Puerto de Mijares

Amanece en el Puerto de Mijares (antaño conocido como Puerto del Fondo).

Hemos hecho un vivac junto a las rocas que se encuentran a la espalda del refugio de cazadores del puerto, desgraciadamente cerrado. La noche ha sido increíble con respecto a las vistas. No tanto por los ronquidos de mi estimado amigo. Él lo achaca con gracia a algún macho cabrío de la zona en plena berrea. Pero yo prefiero ahorrarme las comparaciones…

Tras desayunar algo, recogemos nuestros pertrechos y nos equipamos rápidamente.

No hemos pasado frío por la noche, pero las madrugadas siempre son frescas, así que lo mejor es ponerse a caminar cuanto antes para entrar en calor.

Frente a nosotros, un muro asciende directo hasta la cumbre de El Castillejo (1.997 m.). Por unos metros recorreremos ese muro por su cara sur, pero pronto empezaremos a seguir los hitos desperdigados por la ladera de La Reyerta en dirección suroeste, dejando tras de nosotros esta modesta cumbre, que no será coronada por nosotros hoy.

Torrentera de La Reyerta

Huele a piornos y retamas. El típico y querido olor de Gredos.

Se nota que la trocha que seguimos no es muy transitada porque la vegetación se abalanza sobre ella muy a menudo y son varias la veces que debemos detenernos a localizar los hitos que nos marcan el camino.

No obstante, con cierta experiencia se puede seguir la senda sin mucha dificultad hasta llegar a una torrentera (hoy casi seca, ya que estamos a finales de verano) desde donde remontaremos el desnivel que nos queda de forma casi directa.

Es de reconocer que, para empezar, es bastante durillo y enseguida hemos roto a sudar. Aunque mantenemos paso firme.

Llegamos a unas inmesas rocas que nos recuerdan a las que pueblan La Pedriza en Madrid, y al poco salimos a unos prados conocidos como La Cañada. Allí vemos agua y algunas vacas pastando. Más allá, nuestro primer objetivo: el Risco del Artuñero de 2.011 m.

La Cañada & el Risco del Artuñero

Empezamos a tener constancia de la envergadura de la empresa de hoy. Va a ser muy largo. Pero no nos preocupamos mucho por el momento ya que el recorrer los pastos de altura con olor a humedad nos recuerda casi de inmediato a los Picos de Europa y antiguos viajes. Caminamos sobre ellos con comodidad, recuperándonos un poco del esfuerzo acometido para llegar hasta aquí.

Aunque el sendero no siempre es claro y puedes perder los hitos en alguna ocasión, la dirección es clara y caminamos entre los piornales siguiendo otro muro hacia la cumbre.

Durante la Guerra Civil, entre julio y octubre de 1936, tuvo lugar una de las más cruentas batallas de la contienda: la Batalla del Tietar (a cuyos caídos hay un monumento que deja constancia en el Puerto del Pico). En esta primera cumbre y la siguiente que coronaremos, pueden encontrarse todavía restos de aquel conflicto. Aunque no los buscaremos porque tan solo nos limitaremos a trepar entre las rocas de esta masa rocosa para poder acceder a la cumbre de nuestro primer «dosmil» de hoy.

Panoramica de la Sierra de la Paramera

Al fin tenemos una perspectiva de la sierra que estamos recorriendo y, hacia el norte, de la Sierra de la Paramera, con el Pico Zapatero (2.158 m.) como su máximo exponente. Otra que dejo pendiente por el momento…

No permanecemos mucho tiempo allí ya que debemos intentar llegar hasta el final en el tiempo acordado para no demorarnos mucho en la vuelta a Madrid.

Por tanto, nos ponemos de nuevo en camino y dejamos atrás roquedales y pequeños canchales.

Leí una vez que esta sierra es un paraíso para los que gusten del esquí «de aventura». Y viendo las laderas que caen hacia el norte, puedo imaginarme la belleza (y a la par: dureza) de este lugar en invierno.

Camino por delante de Gonzalo y ambos lo hacemos a buen ritmo. Hasta el momento no he perdido ni una sola vez la traza, pero reconozco que hay que caminar concentrado para no meterse en un pequeño jaleo. Y eso cansa.

El Peluca & Cabeza Santa

Poco a poco nos vamos acercando a una hermosa pirámide de color verde y gris, conocida como El Peluca (2.051 m.). Es quizás, junto al Cerro del Cabezo, la cima más rocosa de toda la travesía.

La subida se nos hace durilla ya que es bastante empinada.

Observo que los hitos circulan por la ladera norte, por el canchal, para no tener que subir a la cumbre si no se quiere. No obstante no hemos venido aquí para evitar nada. Y aún no nos resentimos de nada… así que… para arriba.Cumbre del Peluca Ya los seguiremos a la vuelta.

Hacemos cumbre y al fin podemos ver claramente nuestro objetivo final. Y más allá, el Torozo y el Macizo Central de Gredos.

Yo ya vi sus grandes alturas desde esta posición cuando subí al Torozo, pero para Gonzalo es nuevo y le reconozco excitado ante la visión. Todavía solo reconocemos los grandes picos, pero más adelante, cuando estemos más cerca veremos con más detalle el relieve que lo dibuja.

Seguimos caminando para bajar al Collado de la Centenera (donde podríais encontrar la única fuente de todo el recorrido además de la del Puerto), y subimos de nuevo para pasar por la modesta cumbre de la Cabeza Santa (o Las Chicas) de 2.068 m. Más adelante solo nos restan «los Cabezos». Que desde aquí se antojan fatigosos.

Cabezo de Mijares

El descenso al Collado de Los Pozos resulta bastante incómodo porque la traza está casi perdida y los arbustos se abalanzan sobre nosotros y el camino. Durante un momento incluso lo perdemos y caminamos campo a través. Casi parece que avanzamos sobre nieve teniendo que elevar las piernas hasta la cintura o hacer fuerza con nuestros cuerpos para abrirnos paso.

Resulta agotador.

Cuando por fin recuperamos la vereda avanzamos más rápido pero, aún así, vigilantes para no volver a perder este paso de ganado; pues son las vacas las únicas que lo mantienen transitable. No creemos que mucha gente haga esta ruta integral. Seguramente ascienden directamente desde Mijares o desde Serranillos por otros vericuetos.

CigarraCuando empezamos a subir intentando no pisar a las numerosas cigarras que hay por el suelo nuestro ritmo se resiente y yo empiezo a notar algo que me preocupa desde la primera vez que lo sentí en el Castro Valnera, hace un mes: mi supuesta rodilla buena está empezando a «molestar». Puede que incluso a doler en las bajadas. Y eso no me gusta nada porque puede que tenga que operarla como a la otra…

Trato de controlar la pisada como la experiencia me ha enseñado y, aunque ya vamos bastante fatigados con el trote que llevamos, no tardamos en alcanzar la cumbre del Cabezo de Mijares (2.187 m.) – curiosamente perteneciente al término municipal de Gavilanes – mejorando el tiempo que nos habíamos propuesto.

Cumbre del Cabezo

La cumbre posee un vértice geodésico que se encuentra derribado y un pequeño torreón de piedras.

Tras de nosotros toda la Sierra del Cabezo, Centenera y Artuñero; y más allá: la Sierra Umbría y la del Valle de Iruelas. Futuros objetivos.

Reconocemos incluso el Pico Casillas al final de esas últimas sierras, una cumbre especial para mi amigo Gonzalo.

Por delante solo queda el Cerro del Cabezo (2.190 m.) con su característico aspecto rocoso.

Gonzalo se me adelanta ya que yo prefiero conservar las fuerzas de mis rodillas. Lo que se revelará como la mejor idea del día.

Cerro del Cabezo

Tras contemplar el aguila de metal que este verano se ha instalado en su cumbre, y otear el Macizo Central de Gredos, descansamos y comemos algo bajo el torreón del vértice del Cabezo, antes de desandar nuestros pasos.

El regreso va resultar duro. Pero la media hora de descanso puede habernos dado el margen de fuerzas que necesitamos para no llegar muy machacados.

Me adelanto a mi compañero y marco un ritmo infernal que nos lleva a llegar a la Cañada en unas dos horas. La mitad del tiempo que para ir. Es verdad que el regreso es más fácil e incluso el camino se encuentra mejor, pero me encuentro fuerte. Si no fuera por las rodillas habríamos podido batir un record.

La bajada por La Reyerta me resultará doloroso ya que la rodilla derecha comenzará a sufrir más o menos en serio y su «vieja hermana» operada también hará de las suyas. No obstante, mantengo un ritmo pausado, piso bien y logro llegar al coche sin tanta fatiga como otras veces.

Ahora tan solo nos queda bajar al pueblo donde nos zamparemos un magnífico bocata de lomo con tomate y unas cervecitas.

Ha sido duro pero las recompensas siempre merecen la pena.

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