El Feldberg, con 1.493 msnm es la montaña más dominante del estado federal alemán de Baden Wurtemberg; pero también resulta ser la elevación más alta de todas las cadenas montañosas bajas y medias alemanas siendo, por ende, la montaña más alta de Alemania fuera de los Alpes.
Dado que se compone de varias cumbres, sería más propio hablar del Macizo de Feldberg, y no solo de una única montaña. Un conjunto ubicado en el Südschwarzwald, la reserva natural del Sur de la Selva Negra (literalmente: «Sur del Bosque Negro»), que se muestra como la zona más elevada de toda esta famosa región alemana; modelada por antiguos glaciares hasta conformar extensos valles, abruptos cañones de casi 600 m. de desnivel aptos para la escalada en roca, y picos dominantes que se elevan sobre la llanura del Rin.
Alrededor de la suave cumbre del Feldberg (conocida también como Höchste o Höchst) se levantan otros modestos «picos» como son el Seebuck (1.449 m.), el Mittelbuck (1.472 m.), la cresta Baldenweger Buck (1.460 m.) y el páramo de alta montaña de Grüble (1.419 m.). Y en sus laderas se adoptan diferentes usos como son los ganaderos, los forestales o incluso los deportivos, al ubicarse hacia el Este una gran estación de esquí con varios remontes y pistas de descenso.
Aunque la zona de cumbres suele estar despejada de vegetación, debido a su clima eminentemente alpino, sus faldas están pobladas por un bosque mixto de hayas, serbales, sicomoros, y diferentes tipos de abetos, predominando las coníferas. Los diferentes cursos de agua que recorren estos bosques dan además lugar a masas de agua de diferente tamaño (como el Feldsee, de origen glaciar) o conjuntos de cascadas cono la Fahler Wasserfall (o «Cascada pálida»)
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Localización: Parkplatz Fahler Wasserfall – Coordenadas de aparcamiento gratuito
Tipo de Ruta: Senderismo (Montañismo)
Longitud: 11 kms (aproximadamente)
Duración: 3 h.
Época recomendada: Primavera a otoño
Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking, GPS (o brújula y mapa) y agua. (más info…)
Ruta GPS: Feldberg
Recomendaciones:
- Existen varios arroyos en el recorrido donde aprovisionarnos si llevamos pastillas potabilizadoras; sin embargo existen varios refugios en la zona donde encontrar refrigerios. Así, aunque llevemos 1l de agua en la mochila, en nuestra ruta pasaremos junto al Todtnauer Hütte, donde tomar algo o incluso alojarnos.
- El Feldberg es una de las montañas más visitadas de Alemania debido a sus vistas panorámicas y sus instalaciones deportivas, por lo que estar en soledad por sus laderas puede resultar todo un milagro. Sin embargo, es en invierno cuando más poblada se encuentra debido a su estación de esquí; por lo que no recomendamos visitarla en esa época si nuestra intención es llegar a la cumbre haciendo senderismo.
- Puede comprobarse el estado del clima en el Feldberg usando las webcams ubicadas en diferentes puntos del macizo.
- Para llegar al Feldberg debemos pasar primero por la bella ciudad de Friburgo, a la que puede llegarse desde España gracias a compañías aéreas como Lufthansa, Air Europa o Iberia. Desde allí tomaremos un tren desde su terminal central hasta el apeadero de Titisee o el de Feldberg-Bärental, en donde cambiaremos a la línea de autobús 7300 que nos acercará cada hora hasta la estación de esquí o incluso hasta el aparcamiento cuyas coordenadas os facilitamos más arriba.
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Resulta paradójico que la única montaña que llamó inicialmente mi atención para ser ascendida durante mis primeros periplos alemanes, por cercanía al pueblo de mi mujer, haya sido al final la última que he coronado dentro de una idea que tomó forma algo más adelante. Un empeño consistente en culminar los techos de todos los Bundesland germanos, el llamado «Proyecto 16 Gipfel«; que además enmarcaba al mismo Feldberg, junto al Brocken y al Fichtelberg, como parte de esa triada de grandes «montañas medias» alemanas.
Realmente, ninguno de esos proyectos montañeros siquiera hubieran cobrado forma definitiva de no haberme mudado a vivir a Alemania por un tiempo. Ni aún siquiera cuando en 2018 escalé el Zugspitze… la montaña más alta de todo el país. Pero supongo que la vida te lleva por derroteros muy curiosos, y al final las circunstancias te llevan a animarte a ir explorando tu «país de adopción» con las humildes pretensiones de ver y «tocar» sus montañas.
Y así, me encuentro ahora a punto de pasar la noche cerca de una bellísima cascada, preguntándome cual será mi siguiente paso vital (pues más allá de ser proyectos «inútiles» como diría Lionel Terray, son en realidad alimentos para el alma); tras haber dado conclusión a esta suma de actividades naturalistas.
Con las primeras luces del alba, como suele suceder, se despejan las dudas que rondan las soledades nocturnas y poco a poco me voy poniendo en marcha tras una noche que en general ha sido tranquila.
Los rayos del sol comienzan a filtrarse por entre las hojas de los árboles y hacen que los colores de la estación otoñal vayan lentamente alcanzando su máximo esplendor. Es mi época favorita del año. Mientras me coloco la mochila me siento confiado en llegar hasta arriba; estoy más que dispuesto a aprovechar la única ventana de buen tiempo (apenas unas horas) que parece va a haber en las próximas semanas por estos lares.
Me pongo en marcha por la pista asfaltada que sale a la derecha del aparcamiento, aunque enseguida la abandono al remontar la ladera del monte por una pequeña vereda que sale junto a una caseta de servicio pintada de color verde.
Caminar por este sendero, a la vera del arroyo Rotenbach que poco más adelante dará origen a la cascada Fahler resulta mucho más agradable que transitar sobre el alquitrán. Y me permite sumergirme en un «baño de bosque» que me reconforta de un modo que resulta difícil de explicar. Parece que el sonido del agua, el arrullo de los pájaros que se van desperezando y el sol intentando alcanzar el suelo se llevan consigo mis preocupaciones.
Sensaciones así son impagables.
El sendero pasa algo más adelante por una segunda caseta de servicio, junto a la cual paso sin abandonar el bosque.
Cuando finalmente la senda termina, muy cerca de la Cabaña Rotenbach, me hallo de nuevo en la pista asfaltada; la cual no habré de abandonar hasta un par de kilómetros más arriba.
Esta es quizás la parte más aburrida del camino, a pesar de los preciosos regalos que ofrece un bosque en esta época del año. Caminar por el asfalto en medio de una montaña no me resulta agradable, pero he terminado por entender lo humanizadas que están muchas montañas relevantes alemanas. Ya sea por dar servicio a los refugios emplazados más arriba, o para alcanzar instalaciones varias como puedan ser las deportivas, las forestales u otras destinadas a las comunicaciones.
Aquí solo resta subir… subir… y subir.
Y lo hago a un ritmo más que bueno hasta llegar a la linde del bosque, donde ubico un aparcamiento destinado a vehículos autorizados.
Frente a mi ya veo la cumbre del Feldberg, con su enorme torre de comunicaciones destacando por encima de cualquier otra cosa.
Tras de mi aparece entonces un enorme camión destinado a recoger la madera que ha sido aprovechada del bosque el año pasado. Aunque el motor del vehículo rompe por unos minutos la quietud del lugar, no me hace sentir incómodo. La ruta que he elegido es bastante solitaria, para lo que es este monte; y dudo que aparezcan más vehículos autorizados hasta el mediodía, cuando yo ya estaré lejos de aquí. Por tanto, sigo adelante hasta sobrepasar el Todtnauer Hütte; un refugio de montaña que hace las veces de bar y restaurante para quien solo quiera disfrutar de sus vistas en un día de campo cualquiera.
A la izquierda de la pista forestal, que aquí pierde definitivamente el alquitranado, surge un pequeño sendero escalonado que sigue remontando la montaña en línea casi directa hasta la cumbre.
El camino desde aquí no tiene pérdida ninguna al estar delimitado por un pequeño vallado.
Durante años se han tratado de recuperar numerosas zonas naturales del macizo del Feldberg, que en los años 70 del pasado siglo estaban en precarias condiciones. Por eso mismo, en determinadas áreas, está prohibido circular fuera de traza.
Lentamente sigo ganando altura y voy dejando atrás el refugio.
Me parece intuir alguna trocha que sobrepasa el alambre que acota la senda, pero ni me planteo seguirla ya que no pienso incumplir la norma por ganar apenas un par de minutos.
Así, sin darme cuenta, dejo a un lado la nueva torre de comunicaciones del Feldberg y la enorme estación meteorológica emplazada a apenas unos metros de la cumbre y me planto en el punto más alto de la montaña, a casi 1.500 metros de altura… culminando así el proyecto de las 16 Gipfel, en apenas dos años desde que tomó forma en mi cabeza.
Me siento tremendamente satisfecho.
No solo por haberlo terminado, sino por haberlo hecho en solitario y con buen tiempo. Y me refiero a que, gracias a mi elección de los días de ascensión y los tiempos de cada actividad, he estado en cada cumbre en absoluta soledad y con buenas vistas. Lo cual para cumbres como esta, con unos 700.000 visitantes cada año y casi 200 jornadas de tiempo nublado, es todo un milagro.
No se trata de un proyecto montañero especialmente complicado y, con tiempo libre y buena climatología se puede terminar en apenas un mes. Pero las obligaciones familiares siempre serán primero.
Me tomo mi tiempo en la cima. Quiero disfrutar de esta soledad.
En días claros, desde aquí pueden atisbarse los Alpes. Sin duda, una de las principales razones por las que la mayoría de la gente sube hasta aquí. Desde los Alpes Berneses, con el Zugspitze a la cabeza, hasta los centrales con el Mont Blanc sobresaliendo ligeramente del horizonte debido a la distancia.
Desgraciadamente, el tiempo no acompaña y un extenso mar de nubes cubre todo el paisaje; desde aquí hasta Suiza.
Sin embargo, el regalo de semejante imagen es también inestimable. Y me emociona…
Tras enviar un mensaje a casa, en el cual le agradezco a mi mujer el apoyo que siempre me da en mis locuras, abandono el lugar poniendo rumbo al sur. Hacia la otra cumbre que pretendo llevarme: el Seebuck.
Abandono casi de inmediato el asfalto de la pista que une estas torres con la vieja Feldbergturm emplazada en mi nuevo destino, para caminar por una vereda de tierra que circula en la misma dirección.
A pesar de existir algún cruce con otros caminos, e incluso nuevamente con la vía alquitranada, el rumbo no presenta dificultades de orientación. Ni siquiera aunque nos encontráramos con niebla.
Así, tras un agradable paseo, alcanzo el Seebuck y el memorial dedicado a Otto von Bismarck (artífice de la unidad de Alemania) desde donde puede obtenerse una mejor panorámica si cabe de la zona alpina, la estación de esquí situada más abajo y del lago Feldsee. Una masa de agua de origen glaciar protegida por un espectacular anfiteatro de roca y que me reservo para otra futura visita.
Desde aquí no puedo evitar lamentar el no ver los Alpes (aunque en Internet pueden encontrarse algunas bastante espectaculares, tomadas desde este punto). Pero si esta mañana en mi cabeza rondaban preguntas sobre cuales serían mis siguientes proyectos «vitales», ahora empiezo a verlo más claro…
Hay muchas montañas por conocer allí delante. Quizás me pillen un poco lejos de la ciudad donde vivo actualmente; pero siempre estarán más cerca que si todavía viviera en España.
Hago las pertinentes fotos y me acerco hasta la vieja torre situada en el otro extremo de esta segunda cumbre del día. Los remontes están en funcionamiento, pero aún no sube nadie. Sigo solo. Y sigo agradeciendo mi buena suerte, y mi planificación.
Desde aquí se ve perfectamente la loma redondeada del Feldberg y las dos torres que se hallan en su cima.
Ahora si, solo me resta bajar. Y por no perder demasiado tiempo usando los caminos, decido acortar campo a través debido a la buena visibilidad, hasta alcanzar la pista forestal que me llevará de nuevo hasta el Todtnauer Hütte.
Soy consciente que quizás no debería hacerlo, pero no he visto señalizaciones de prohibición o protección en esta zona; así que decido ganar algo de tiempo para no retrasar mucho mi vuelta a casa.
El camino pasa nuevamente por debajo de la cumbre principal del Feldberg, y a no mucho tardar llego de nuevo al refugio. Sus servicios no parecen estar aún operativos, aunque me encuentro con los primeros senderistas del día que, con casi toda seguridad, habrán dormido aquí.
El resto del descenso ya no supondrá ninguna dificultad. Tan solo tendré que recorrer el vial asfaltado hasta llegar al coche para, después, poner rumbo a casa (previa «parada técnica» en la Fuente del Danubio) y celebrarlo como se merece… junto a quien más quiero en el mundo.
Frente a mi… valles profundos cubiertos de un sinfín de colores.
Aire fresco en mi rostro…
Paz…….
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Panorámica con teleobjetivo de los Alpes desde el Feldberg
(identificando muchas de sus cumbres relevantes)
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