El Brocken, o Blocksberg como también se lo  conoce popularmente, con sus 1.142 msnm es el monte más alto de la Sierra del Harz en Sajonia-Anhalt, Alemania; siendo además el pico más alto de toda la zona septentrional de este país. A pesar de que sus parámetros de altitud no pueden considerarse dentro de unas, digamos… «dimensiones alpinas», su microclima es realmente característico de las montañas de 2.000 m de altura; y todo debido a que es el primer muro contra el que chocan los frentes que llegan desde el norte del continente. El pico tiende a estar cubierto de nieve desde septiembre hasta mayo (la temperatura media anual es de solo 2,9 °C.), y se dice que la niebla lo oculta cerca de 300 días al año.

Emplazado entre las cuencas de los ríos Weser y Elba, todo el macizo está poblado por exuberantes bosques de pinares y caducifolios, con algunos pequeños acantilados que albergan preciosas cascadas, los cuales sirven de hogar a lobos, gatos monteses, zorros y búhos; y actualmente es considerado uno de los Parques Nacionales más importantes de Alemania debido sobre todo a una flora endémica casi única, debido a sus especiales condiciones climáticas.

En su cima estuvo emplazada desde 1935 la primera antena de televisión del mundo, y también existió un complejo militar al servicio de la «inteligencia» de la antigua República Democrática Alemana (RDA), la Stasi. La cumbre fue bombardeada por las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial, aunque solo destruyeron la estación meteorológica y el Hotel Brocken, popular en su día.

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Localización: Schierke (Weringerode) – Coordenadas del único aparcamiento gratuito

Tipo de Ruta: Senderismo

Longitud: 14 kms (ida y vuelta)

Duración: 4 h.

Época recomendada: Verano

Dificultad MIDE:  →

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking, GPS (o brújula y mapa) y agua. (más info…)

Ruta GPS: Brocken

Recomendaciones:

  • No hay agua potable en el recorrido y aunque el recorrido no es largo, conviene llevar 1l o 2l de agua en la mochila.
  • La montaña no reviste de dificultades técnicas, pero debido a sus especiales condiciones climatológicas es importante contar con un GPS que nos marque la ruta a seguir o, al menos… llevar mapa y brújula.
  • Existe un antiguo tren de vapor (1887) que alcanza la cima del Brocken desde la preciosa y medieval villa de Wernigerode. Puede ser una alternativa chula de descenso. Consultad horarios en su página web.
  • No hay vuelo directo para llegar a la zona. Lufthansa ofrece vuelos Madrid-Hannover ida y vuelta. También podríamos volar con Iberia Express, pero vía Madrid-Fráncfort para, después,  alcanzar desde allí Hannover. Aunque se puede ir hasta Wernigerode en tren tanto desde Fráncfort como desde Hannover, nosotros aconsejamos alquilar un coche para tener mayor movilidad e independencia.

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Cuenta una leyenda que los bosques del Harz, en el norte de Alemania, están encantados…

Cuando la neblina se posa en su pico más alto, el Brocken, se aparecen los fantasmas y las brujas dispuestos a deambular por la montaña. Sombras de gran magnitud, halos luminosos, espectros difuminados, un fenómeno que alcanza su máximo esplendor en primavera durante la cita anual de Walpurgis o Noche de brujas, y que ha sido recogido en la literatura clásica por el famoso dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe.

Y no es la única historia mítica que rodea a esta región; pues cerca de estas montañas, algo más al sur, emplazaríamos otra igualmente conocida en el país teutón como es la Leyenda del Kyffhäuser. Esta reza como en el interior de ese monte se haya la tumba del Emperador Federico I Barbarroja; el cual descansa allí hasta la llegada del fin del mundo… cuando despertará para llevar a sus seguidores a una nueva gloria.

Y es con todas esta historias que he pasado la noche a la vera de unos bosques que se me antojan fantasmagóricos debido a que una terrible plaga de escarabajo descortezador, acontecida desde 2020, los ha dejado casi arrasados (a lo que habría que sumar un desgraciado incendio a finales del verano de 2022). El clima es suave este fin de semana. Una rareza, parece ser, por estos lares. Pero la luz trémula de un atardecer parcialmente nublado no ha hecho sino potenciar aún más todo el aura de magia y misterio que destilan estos bosques hoy esqueléticos y desparramados por muchas de las laderas de los montes.

Cuando llegué ayer por la tarde tuve tiempo de darme un paseo de apenas un par de horas hasta la cima del Wurmberg que, con sus 971 m., es la montaña más elevada del Bundesland de Baja Sajonia (ver datos al final). Y no se si fue por la ausencia de gente en sus senderos (normalmente estos lares se prodigan más de turistas en épocas invernales para usar sus diferentes pistas de esquí), la travesía desde los bosques muertos hasta los aún frondosos de cotas más elevadas, o el aullido del Brockenbahn reverberando por todo el valle y que se antojaba surgido de la garganta de un enorme animal mitológico, pero me pareció un recorrido tremendamente seductor.

Como si, sin pretenderlo, me hubiera transportado a una época pasada, más propia de un cuento fantástico, y en aquel paraje mil ojos me observaran con curiosidad.

Así, con el recuerdo de esa cumbre coronada con una enorme torre-mirador, y mientras empiezo mi camino tras desayunar algo, espero que mis sensaciones hoy sean similares a las vividas entonces.

Llevaba mucho tiempo queriendo hacer esta montaña. Como ya habré mencionado en alguna que otra ocasión, no siempre escalo montañas por su dificultad o relevancia geográfica (aunque esta y la anterior formen parte de mi proyecto de coronar los dieciséis «techos» de Alemania). Sino también por su significancia histórica o legendaria. Todo aporta y enriquece. Y este lugar es sin duda de los más relevantes en este último sentido de toda Centroeuropa, a pesar de que subir hasta su cumbre no suponga más que un paseo senderista.

Parto por tanto del aparcamiento que me ha servido de campamento base (el único realmente gratuito de toda la localidad) y dejo atrás el pequeño cruce que pone rumbo al Wurmberg o, en mi caso hoy, al Brocken

Durante un buen rato caminaré sin perder o ganar mucha altura por la ladera de este monte pelado, donde antaño debió extenderse un enorme bosque… del cual apenas quedan hoy los tocones muertos como mudos testigos.

El sendero me lleva a recorrer gran parte del valle sin necesidad de adentrarme por las calles de un pueblo que aún duerme, dejando también a mi derecha el enorme aparcamiento de Am Winterbergtor. Una vez sobrepaso este punto y me interno en una arboleda que aún parece sobrevivir a la plaga de escarabajos, dejo definitivamente atrás los rastros de civilización para caminar por una pista forestal que me llevará hasta un pequeño puente que debería permitirme sobrepasar el arroyo Kalte Bode.

El tramo que transcurre entre este puente y la pista asfaltada que conduce al tráfico rodado (solo vehículos autorizados) hasta la cima del Brocken en un paraje poblado por árboles de hoja caduca y perenne que rodean pequeños claros llenos de arbustos y pasto. Es un paisaje que empieza a recordarme a mi querida Guadarrama, la cual, en este absoluto silencio roto tan solo por el canto de algunos madrugadores pájaros, añoro hoy aún más que en otras ocasiones… pues ya son casi don años que no piso sus faldas o cumbres.

Cuando finalmente alcanzo el asfalto giro a la izquierda para empezar a remontar definitivamente las laderas del Brocken por una pequeña vereda que sale por mi derecha a tan solo unos metros del primer camino: el Eckerlochstieg.

Desde aquí, la senda se torna más rocosa y se va internando en un área boscosa que parece sacada de una de esas misteriosas y oscuras leyendas que rondan esta montaña.

Camino por un bosque fantasma…

Y reconozco que por un momento me asalta una terrible sensación de pena por como ver como está este lugar.

Cierto es que se puede sumar a otras sensaciones que tengo desde que paso más tiempo en Alemania que en España; pero si me centro en estos montes y pienso en como debían ser, y como están quedando… Me parece terrible. Y lo peor es que es un problema de muy difícil solución.

Cruzo nuevamente la carretera, apenas hay tráfico por ella, y sigo progresando por el sendero que circula paralelamente al arroyo Schwarzes Schluftwasser. Aunque no existan fuentes en la zona, es tanta el agua que circula por aquí que podríamos llegar a recoger agua en alguno de los pequeños afloramientos que salpican el camino.

Enseguida llego al cruce con la vía del Brockenbahn. A ciertas horas hay que prestar atención al paso del tren; pero hay que decir que el ruido que hace al moverse, sumado a su sirena, reverberan considerablemente en el valle. Por lo que se le escucha llegar perfectamente.

Una vez hayamos sobrepasado las vías, a pocos metros de ellas encontraremos el pequeño refugio libre de Eckerloch; el cual sirve como «escuela» medioambiental para las excursiones que se organizan desde Schierke. Aquí podemos detenernos ahora o en la bajada para tomar algo, aunque en verdad el camino no resulta especialmente casino y también podemos seguir adelante sin más.

De ahora en adelante caminaremos a la sombra.

El bosque está intacto a partir de aquí, por lo que la sensación de estar realizando un camino de montaña más «virgen» será más patente que antes. Y, para mi, el recuerdo de la Sierra de Guadarrama regresa con fuerza. Los caducifolios de cotas más bajas son sustituidos por altos pinos y de nuevo, por un momento, me parece estar caminando por las laderas de la Cuerda Larga o de Peñalara

Empiezo a sudar.

No es que el camino sea especialmente duro, pero el día está amaneciendo increíblemente despejado (una rareza para este lugar) y empieza a notarse un cierto calor que se acentúa aún más por la humedad que reina en el bosque.

En este rato me he cruzado con algún montañero/senderista que va de bajada. Me pregunto como es posible que ya estén «de recogida» si yo he madrugado una barbaridad. Quizás sea gente que ha pasado la noche en el hotel de la cumbre.

Alcanzo la carretera una última vez y empieza el último tramo de mi periplo. Quizás el más feo de todo el recorrido.

Desde aquí no queda otra que seguir ascendiendo por el arcén. Aunque mi destino está ahora más claro y al alcance que nunca al ver como las antenas de la cumbre sobresalen por encima de los árboles. (¿Debería decir que me recuerdan a las que se ubican en lo alto de las Guarramillas?)

El tiempo sobre el asfalto es aburrido. Paso de nuevo por encima de las vías del tren, localizo una nueva área de descanso (un pequeño refugio para días lluviosos) y veo como un par de ciclistas pasan a toda velocidad a mi lado, descendiendo al pueblo. La subida, probablemente ayer por la tarde, debió ser dura, pues por la carretera son casi ocho kilómetros más que por el Eckerlochstieg; pero el descenso debe sin duda merecer la pena.

Llego al fin al pequeño memorial que recuerda los días en que cayó la RDA. Cuando el 3 de diciembre de 1989 las gentes que pueblan las faldas de esta montaña subieron hasta aquí para forzar la apertura del vallado que restringía el acceso a zona militar del «Brockenkuppe» en la cima. Ya solo me resta cruzar la estación del tren para, una vez deje tras de mi el restaurante Der Brockenwirt, poder alcanzar la cima.

A mi izquierda la oscura torre meteorológica del Brocken; frente a mi: el hotel, la antena de comunicaciones y el museo que se emplaza a su vera. Muy cerca, en una explanada redonda… se encuentra la enorme roca que marca la cumbre del Brocken.

A pesar de lo humanizado que está todo el lugar, reconozco que ha sido un camino bonito. Mereció la pena acercarse hasta aquí.

En el suelo varias placas de hierro nos indican las distancias a las que nos encontramos de diferentes ciudades alemanas y europeas. Me emociona encontrar Madrid entre ellas… Estoy a 1.673 Km. de casa…

La panorámica es espectacular.

Creo que no podía haber elegido un mejor día para subir a esta montaña, dado su historial de días nublados.

Hoy el sol me acompaña y me permite contemplar el horizonte alemán en cientos de kilómetros a la redonda.

Me quedo por aquí un rato, aprovechando la soledad y el cielo despejado. Aunque está empezando a levantarse un viento frío que a estas latitudes y alturas empieza a resultar incómodo. Es cierto que no es una montaña especialmente elevada, pero este pequeño detalle climatológico me da una pequeña pista de como puede ser este lugar en sus días malos.

Me percato que algunas personas se acercan hasta la cima. No se de donde han salido, porque el tren no ha aparecido por aquí todavía. Es demasiado temprano. Así que su presencia es quizás una confirmación más de que algunos de todos los que he visto aquí arriba o abajo en el camino, deben haberse alojado en el hotel.

Un buen sitio para pasar la noche si el tiempo acompaña.

Me acerco un minuto a ver la Casa de las Nubes (Wolkenhäuschen), un pequeño refugio libre que es emplaza aquí desde 1736, antes de iniciar el descenso.

Poco a poco el sol se va elevando en el cielo iluminando los vastos terrenos que domina esta montaña, la más prominente de Alemania. Algunos esforzados ciclistas me saludan como pueden al cruzarme con ellos sobre el vial alquitranado antes que me vuelva a sumergir en los senderos del bosque y camine de nuevo en soledad.

Me voy satisfecho. Es un objetivo importante dentro de mi proyecto «16 Gipfel«, consistente en coronar todos los techos de Alemania; y no muy complejo si exceptuamos al alpino Zugspitze. Creo que hoy me tomaré una buena cerveza de trigo para celebrarlo…

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Contenido Extra

Os dejamos a continuación, por si os interesa realizarlo también, los datos de ascenso al pico Wurmberg

Localización: Schierke (Weringerode) – Coordenadas del único aparcamiento gratuito

Tipo de Ruta: Senderismo

Longitud: 8 kms (ida y vuelta)

Duración: 2 h.

Época recomendada: Verano

Dificultad MIDE:  →

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking, GPS (o brújula y mapa) y agua. (más info…)

Ruta GPS: Wurmberg

Recomendaciones:

  • No hay agua potable en el recorrido pero no es muy largo. Suficiente con al menos 1l de agua en la mochila.
  • Al igual que el Brocken, este monte no posee dificultades técnicas relevantes, pero debido a las especiales condiciones climatológicas de todo el macizo debemos contar con un GPS que nos marque la ruta a seguir o, al menos… llevar mapa y brújula. Sobre todo, además, porque en algunas zonas que han sido podadas para evitar la propagación del escarabajo descortezador, la ubicación de los senderos puede ser dificultosa.
  • Si tenemos tiempo y ganas, no muy lejos de la cumbre (hacia el sur) podemos encontrar dos bonitas cascadas: la Oberer Bodewasserfall y la Wurmberg-Steinbruch. Esta última, además de ser un «santuario de aves» en invierno se hiela y es frecuentada por escaladores de hielo.