La Cuerda Larga (antaño conocida como la Sierra de la Marquesa, o la Sierra de las Cabezas de Hierro, o de Miraflores) es uno de los principales ramales montañosos de la Sierra de Guadarrama. Comienza en el Puerto de Navacerrada a una altitud de 1.858 m. y termina en el Puerto de la Morcuera a 1.796 m., en Miraflores de la Sierra.

Esta línea montañosa se extiende de oeste-suroeste a este-noreste dentro de la zona noroeste de la Comunidad de Madrid y tiene una longitud de 16 km en línea recta. Es una de las zonas más elevadas de la región al tener una altitud mantenida de más de 2.100 metros. El pico más alto son las Cabezas de Hierro, que con sus 2.383 metros representan la segunda elevación de la Sierra de Guadarrama.

Las diferentes vertientes de Cuerda Larga tienen diferentes puntos de interés:

En la cara norte está la zona alta del Valle del Lozoya. En la cara sur se extiende La Pedriza, una zona de gran interés deportivo y paisajístico, y el Hueco de San Blas. Al este comienza la Sierra de la Morcuera, una alineación montañosa algo más baja, que comienza en el Pico de La Najarra. Y, por último, en el extremo oeste del cordal, en la Bola del Mundo, comienza otro ramal montañoso llamado Sierra de los Porrones.

Toda esta línea de montañas constituye, además, la divisoria de las cuencas de los ríos Lozoya, al norte, y el Manzanares, al sur, ambos afluentes del río Jarama.

Los picos que conforman la Cuerda Larga, ordenados de oeste a este, son los siguientes:

La travesía encadenada de Cuerda Larga es uno de los caminos más importantes y difíciles de los que hay en toda la Sierra de Guadarrama debido a su gran longitud y su desnivel acumulado. Sin embargo, no requiere grandes conocimientos técnicos sobre montañismo salvo en invierno y principios de primavera, época en la que es necesario el uso al menos de crampones debido a los grandes espesores de nieve y hielo que se encuentran. El recorrido de ida es de casi 20 km, el desnivel acumulado es de más de 1.000 metros aproximadamente y se realiza en unas 9 horas (solo ida), con paradas.

Aquí podéis verla íntegramente:

Cuerda Larga

Y su perfil de ruta:

blanco~

Localización: Puerto de la Morcuera  o  Puerto de Navacerrada

Tipo de Ruta: Montañismo

Longitud: 20 kilómetros (aproximadamente)

Duración: 9 horas (con paradas)

Época recomendada: Todo el año (aunque en verano es mejor hacerla por la noche)

Dificultad MIDE:  → mide_CuerdaLarga

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking y agua. (más info…)

Ruta GPS: Cuerda Larga

Videotrack disponible:

 

Recomendaciones:

  • No hay agua potable en el recorrido, tan solo podemos aprovisionarnos en algunas fuentes de ambos puertos de montaña. Por tanto, es recomendable llevar 3 litros de agua o más si la ruta se hace de día, ya que no podremos cubrirnos del sol…
  • En verano la ruta es recomendable hacerla de noche. Además de ser un clásico de la Sierra, nos mantendremos a salvo del astro rey y disfrutaremos de una vivencia única. Aunque se recomienda experiencia en orientación y saber desenvolvernos en alta montaña.
  • Recomendamos hacer la ruta en sentido Morcuera-Navacerrada ya que haremos menos esfuerzos al final de la ruta, cuando estemos ya más cansados.
  • Es conveniente llevar dos coches y dejar uno en cada puerto, de este modo no tendremos que hacer el cordal dos veces.

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Muere lentamente quien evita una pasión…
Muere lentamente quien no arriesga lo cierto por lo incierto,
para ir detrás de un sueño…

Sueños… tiempos pasados…

Termina hoy un proyecto de varios años.

Lo afronto como lo haría un hombre enamorado… con pasión y desesperación. Tengo la emoción de un trabajo bien hecho, y la tristeza de no hallar más horizontes que descubrir aquí. A partir de hoy, encontraré alegrías en otras cumbres y en enseñar estas que tantas alegrías me han dado, y tanta vida me han cambiado, a los que vendrán detrás de mi.

Tiempos futuros…

Me emociono con los primeros pasos, pero miro hacia adelante. Sereno. Orgulloso…

Tras haber dejado mi coche en el Puerto de Navacerrada (para hacer solo el camino en un sentido), bajamos del de Gonzalo en el Puerto de la Morcuera, cargamos nuestras mochilas y allá vamos, pédibus andandus, remontando la primera ladera de La Najarra siguiendo la pequeña valla de alambre por su interior, tras las marcas de SL… verdes y blancas.

Puerto de la Morcuera

Caminamos contentos, charlando de nuestras novedades, pues hace tiempo que no nos vemos.

El sol cae poco a poco frente a nosotros mientras remontamos el primero de nuestros «dosmiles».

La mayoría de la gente utiliza un camino inferior para llegar al Collado de la Najarra de forma más sencilla, saltándose así esta primera montaña de la Cuerda Larga.

Eso, a nosotros, no nos gusta. O se hace entera o no se hace.

Cuando al final vemos la cumbre de La Najarra, se nos olvidan las fatigas de esta primera cuesta que, al no dar descanso recien iniciada la ruta, ha resultado algo «sudorosa». Es una lástima que la gente no suba hasta aquí porque, entre las vacas y las rocas vemos un paisaje espectacular… teñido de ocres y naranjas.

Cumbre de La Najarra

Hacia el norte la Sierra de la Morcuera y Somosierra, entrando ya en penumbras.

Frente a nosotros el sol se pone tras Peñalara y deja poco a poco de iluminar nuestro camino, que se nos antoja ahora que lo vemos bien… bastante largo.

El Valle del Lozoya se aletarga a nuestra derecha.

Y el Madrid que nunca duerme: a nuestra izquierda…

Panoramica desde La Najarra

La sombra de esta montaña se alarga segundo a segundo bajo nuestros pies mientras continuamos para llegar, todavía con luz, al Refugio de La Najarra.

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee,
quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo…

Estudiamos el camino que asciende por delante de nosotros desde Los Bailanderos hasta Asómate de Hoyos, para no perder la referencia cuando el sol deje de alumbrarnos. Hemos decidido hacer la ruta de noche para ocultarnos del abrasador calor del astro veraniego, que, sin duda, sería el mayor de nuestros problemas.

Refugio de La Najarra 1Además, el hacer la Cuerda Larga de noche es todo un clásico para cualquier montañero madrileño, ¿no?

Llegamos al refugio, que se eleva en un saliente de la montaña como si quisiera parecerse en su modestia a otros más afamados como el Refugio de la Noire en la Arista de Peuterey del Mont Blanc. Contemplamos este pequeño chamizo que va a ofrecernos la cobertura de su techo en estos primeros y fríos minutos de la noche.

Refugio de La Najarra 2La vieja cabaña de pastores está bastante desvencijada, pero puede ofrecer una buena cobertura en caso de necesidad.

Lo que si es cierto es que sus vistas son espectaculares y lo afirmo como uno de los lugares más bonitos que he pisado en Guadarrama para tomarme un tentenpié. Bocadillo, agua y café… que la noche va a ser larga. Cena humilde, pero más que suficiente.

Cuando queremos darnos cuenta, los últimos rayos del sol escapan tras los perfiles de Peñalara.

La luz se ha tornado violacea y azulada mientras nos abrigamos. Ha refrescado rápidamente. Nos colocamos también los «frontales» para iluminarnos en cuanto sea necesario.

A pesar de estar en pleno mes de julio, hemos estimado oportuno llevar el forro polar e incluso un «plumas» por si hace frío durante la noche. Somos más que conscientes que a mas de dosmil metros da igual la época del año, y más por la noche. A más de uno le ha sorprendido el frío haciendo esta ruta y se ha tenido que retirar.

La oscuridad se adueña ya de casi todo.

Solo vemos unas pequeñas luces frente a nosotros. El frontal de algún excursionista que se nos ha adelantado.

Atardecer en Cuerda Larga

Nosotros empezamos a caminar de nuevo tratando de no perder la senda que, de momento, resulta evidente.

Parece haber todavía bastante luz, cuando nos percatamos que Madrid ya se ha iluminado y se antoja como un inmenso mar de luz anaranjada en el horizonte.

Entonces nuestros ojos se alejan sin querer al cielo y vemos la imponente luna llena que nos acompañará toda la noche. La decisión de hacer la ruta precisamente esta noche ha sido porque sabíamos que coincidía con Luna Llena, lo cual hará la visión más cómoda y el sendero menos peligroso. Con lo que no contábamos era con este fenómeno natural que nos muestra nuestro satélite en semejantes dimensiones y belleza…

Durante toda la noche, nos acompañará la llamada «Superluna«.

Es tanta la luz que nos proporciona que caminamos casi siempre sin frontal, y lo usamos tan solo en contadas ocasiones en donde las sombras del monte nos impiden ver donde pisamos.

Cumbre de Los Bailanderos

Así, remontamos poco a poco la Loma de los Bailanderos y llegamos a nuestro segundo «dosmil» de la noche.

De momento, el camino ha resultado cómodo e incluso, al haber entrado en calor, decidimos desabrigarnos un poco y quedarnos únicamente con el forro polar puesto. Durante el resto del tiempo, será más que suficiente.

La bajada al Collado de Pedro de los Lobos, resulta un poco peliaguda porque no encontramos una traza clara al pasar, casi sin luz, por la cara norte de la montaña. El pequeño canchal no presentaría ninguna dificultad por el día, pero ahora hay que prestar mucha atención para no perderse o dar un mal paso.

Nos acordamos bastante de nuestra visita a Galayos, en donde llegamos al Refugio Victory de noche. Aquello si que fue peligroso, y no esto. Pero todas precauciones son pocas.

Cuando finalmente dejamos atrás este abrupto monte (el más complicado de todo el recorrido a estas horas), la subida a Asómate de Hoyos y Navahondilla nos parece más un paseo que otra cosa.

Cumbre de Asomate de Hoyos

Según soprepasamos la aglomeración granítica que se eleva como cumbre, vemos como la gente se va acomodando para pasar la noche en diferentes vivacs.

Salvo una pareja que encontraremos más adelante, también refugiada, se puede decir que prácticamente caminaremos solos hasta el final.

Como a mi me gusta…

Hacemos cima en estos «dosmiles» y seguimos camino dejando atrás a un pequeño hato de cabras que han abandonado La Pedriza, bajo nosotros, para pasar la noche al frescor de las cumbres.

Hacia el Collado de las Zorras

El camino por la larga Loma del Pandasco, tras pasar el Collado de las Zorras, nos mantiene a ratos conversando y a ratos en un silencio espectante.

Los colores resultan casi inexistentes.

Los grises y los negros lo dominan todo.

Tan solo el reflejo de la lejana ciudad otorga un punto de color al cielo que, a pesar de restarle belleza, no deja de tener un punto hermoso. A nuestra derecha la quietud del Valle del Lozoya, adormecido, contrasta con esos bulliciosos brillos de la urbe.

No hay cansancio cuando alcanzamos la mitad de la ruta…

Muere lentamente quien pasa sus días quejándose,
de su mala suerte o de la lluvia incesante…

Paisajes lunares de Cuerda Larga

Por momentos estas laderas peladas nos parecen paisajes lunares bajo esta luz mortecina.

No hay nada a nuestro alrededor.

Nada crece siquiera.

Vemos algún nevero superviviente del invierno mientras caminamos entre los cantos.

Este paisaje tiene algo de mágico. Una magia que se perderá con los primeros rayos del sol. Gonzalo y yo estamos ahora plenamente de acuerdo, manteniendo nuestros frontales apagados, que esta ruta no habría sido igual durante el día. Esta belleza es impagable. Y ninguna fotografía capta los sentimientos que este paisaje nos provoca.

Llegando a las Cabezas de Hierro

Vemos frente a nosotros la Cabeza de Hierro Mayor. Quizás la cuesta más pronunciada de toda nuestra excursión, ya que subiremos a la segunda cumbre más alta de Madrid, después de la de Peñalara.

Las «Cabezas de Hierro» han sido codiciadas por mi durante mucho tiempo e incluso intenté ascenderlas por su cara norte a través de sus conocidos «pulmones», dos espectaculares resaltes rocosos. Pero en aquella primera ocasión, el hielo me hizo retroceder.

Hoy no va a ser así.

Nos topamos con la pareja que antes mencioné y les dejamos atrás para ascender sin prisa pero sin pausa a esta montaña plagada de hierro magnético. De ahí su nombre.

Aunque parezca mentira, y en alguna ocasión haya que detenerse un segundo, el cansancio no nos afecta todavía.

Casi estuvimos más cansados cuando hicimos la integral de la Sierra de la Morcuera. Aunque aquello, fue otra historia…

Cumbre de Cabeza de Hierro Mayor

A la vez que coronamos la gran Cabeza de Hierro, una impresionante estrella fugaz ilumina el cielo con una estela de fuego, y no puedo evitar sentir un escalofrío de emoción.

Al fin…

Qué poco queda…

Tras las fotos pertinentes, buscamos el refugio de las rocas para descansar un rato a cobijo del viento, pues no hemos parado aún desde que cenamos hace unas cuantas horas.

Tomamos los últimos sorbos de café, aún caliente, y vemos pasar a un numeroso grupo de personas que realizan la travesía en sentido contrario a nosotros.Madrid

La verdad es que son «ciento y la madre». Asi que damos gracias por haber optado por este sentido de la ruta ya que, gracias a ello, caminaremos ya en absoluta soledad hasta Navacerrada.

Nos tomamos un merecido descanso pero procuramos no relajarnos mucho. Hacerlo podría dar paso a un sopor que todavía no ha hecho su aparición.

Cabras en Cuerda LargaTras esos minutos de asueto, nos ponemos de nuevo en marcha y nos dirijimos a la Cabeza de Hierro Menor en donde, antes de trepar hasta su cumbre nos encontramos de nuevo con varias cabras que chillan con un curioso sonido que parece querer mantenernos a raya.

Al cabo de un rato intentando fotografiarlas sin que se asusten, pasamos una nueva cima y vemos adelante el complejo de antenas del Alto de Guarramillas. Más conocido como: La Bola del Mundo.

En palabras de Gonzalo, y he de darle la razón, ahora parece más un espaciopuerto que otra cosa…

Descendemos por el canchal hasta llegar al Collado de Valdemartín y afrontamos la penúltima subida.

A simple vista esta no nos parecía complicada, pero descubrimos que llegar hasta arriba supone recorrer un camino largo y tendido que nos lleva por unincómodo sendero entre piornales.

Aquí es donde empiezo a encontrarme un poco mal…

Atravieso lo que yo llamo «el punto de no retorno». Como cuando sales de fiesta y el cuerpo te dice: «O te vas a casa a dormir, o te quedas y pasas a estar acelerado». Ello sumado a que tanto café no le suele hacer bien a mi estómago, pues termino pasando unos minutos un poco preocupantes.

Cumbre del Cerro de Valdemartín

No es sino hasta que piso la redondeada cumbre del Cerro de Valdemartín, que la fresca brisa que viene del norte me da en la cara y logra recuperarme de forma bastante aceptable.

Vemos los remontes de la Estación de Valdesquí que duermen durante los meses estivales a la espera de un nuevo invierno que los reactive, para subir cómodamente a los esquiadores.

No me parece bien que estas instalaciones estén aquí, en pleno corazón del Parque Nacional. Pero estas cosas son típicamente españolas y mientras seguimos las vallas de protección intento no pensar en ello, sino en que solo me queda una cumbre para terminar la Cuerda Larga.

Ya la pisé hace años, pero la considero hoy un fin de ruta y un fin de ciclo… aunque esté «repetida». Si no la piso, no habré terminado realmente.

La Bola del Mundo

Llegan los últimos pasos. Los últimos metros.

Los más emocionantes.

Sientes las mismas sensaciones que cuando vas a darle el primer beso a la que será tu pareja. La cumbre es hermosa, pero nada es comparable al momento previo. Lo vas a conseguir. Sueñas, imaginas, deseas, disfrutas, ríes, lloras… amas. Cuando sobrepasas la cumbre tan solo se detiene el mundo y disfrutas del recuerdo…

Muere lentamente quien,
abandona un proyecto antes de iniciarlo…

El complejo de antenas parece un lugar fantasmagórico iluminado por esta «superluna» y las luces de neón.

Camino fatigado y solo ellas son testigo de una pequeña lágrima que cae entre la hierba.

Me pregunto de nuevo, ¿qué haré ahora?

E inmediatamente la respuesta me viene a la cabeza: seguir viviendo.

Aún quedan muchas agujas, muchas paredes que escalar. Muchos senderos que no he recorrido en estas montañas. Todavía me quedan muchas otras montañas por subir, en España y fuera de ella. Más de las que se pueden abarcar en una sola vida.

Pero por encima de todo, tengo muchas cosas que enseñarles a mis chicas. A las que, por el momento, son mi aliento de vida. Por las que siempre vuelvo a casa, y por las que aún mantengo vivos mis sueños.

Llegando a Navacerrada

Dentro de poco serán las seis de la madrugada.

Mientras descendemos hacia el Puerto de Navacerrada, donde aún nos va a dar tiempo para echar una pequeña cabezada, mis únicos pensamientos solo caminan ya en una dirección. No hacia el pasado. En lo que he conseguido y estimados amigos como Gonzalo, Juan Carlos o Amador me han ayudado a lograr… sino hacia ellas dos.

A ese futuro que aún me espera.

Hacia esos nuevos horizontes que aún me quedan por descubrir…

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blanco

Abrio la ventana.Luna
Sonaba el Planeta.
En la piedra el agua.

Hasta el río llegan
de la Sierra fría
las uñas de piedra.

¡A la luna clara,
canchos de granito
donde bate el agua!!

¡A la luna llena!
Guadarrama pule
las uñas de piedra.

Por aquí fue España.
Llamaban Castilla
a unas tierras altas

blanco

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