La Serranía del Castillo es un conjunto de pequeños cerros-isla situados en el piedemonte de la Sierra de Guadarrama, entre las localidades de Navacerrada, Cercedilla, Moralzarzal, Collado Mediano y Becerril de la Sierra. Aunque la conforman varias cumbres separadas, su suele conocer con esa acepción únicamente al grupo principal situado más al norte. Según diferentes interpretaciones científicas, se cree que puede tratarse de una antigua meseta colapsada y cuyos últimos vestigios son las cumbres que hoy en día podemos contemplar…

Esto se deduce, entre otros factores, por las similares cotas que mantienen los diferentes cerros que la conforman: Cerro del Castillo (1.341 m), Jarahonda (1.342 m), Golondrina (1.393 m) – máxima altura de todos ellos -, Cerro de las Ruedas (1.374 m.), Alto del Hilo (1.267 m.), Cerro de las Cabezas (1.256 m.) y el Cerro del Telégrafo (1.331 m). Esto, junto con estudios estratigráficos más complicados, dan pistas sobre la evolución geológica de la zona.

Las cumbres de la Sierra del Castillo ofrecen una de las mejores panorámicas para abarcar toda la configuración territorial de la comarca.

Se sabe que a principios del siglo XX estos montes estaban casi deforestados y que no fue hasta casi mediados de siglo que se dio comienzo a su repoblación. Afortunadamente, aún podemos admirar algunos de los conjuntos forestales de robles y encinas más bellos de esta vertiente serrana… por no hablar de los alcornoques centenarios situados en las dehesas de Collado Mediano, testigos vivos de los extensos esos bosques primigenios poblados de alcornoques, encinas, robles o grandes enebros, habitados por el oso pardo y el lobo, que cubrían la comarca de vegetación hace mil años.

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Localización: Navacerrada

Tipo de Ruta: Senderismo

Longitud: 2 Km (la más corta) – 10 Km (la más larga)

Duración:

  • Individualmente: 45 min (la más corta) – 3 horas (la más larga)
  • En grupo: 6 – 7 horas (incluídos desplazamientos)

Época recomendada: Todo el año

Dificultad MIDE:  →

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking y agua. (más info…)

Rutas GPS:

Serranía del Castillo

Cerro de las Cabezas & Alto del Hilo

Cerro del Castillo

Cerro del Telégrafo (Cabeza Mediana)

Recomendaciones:

  • Hay agua potable en algunos puntos del recorrido, pero son rutas cortas, así que incluso en verano será suficiente con un 1 l. o 2 l. de agua.
  • El Cerro de Jarahonda está dentro de una propiedad privada acotada por un muro. Su acceso está actualmente prohibido aunque podemos acceder a la cumbre saltando un muro bajo nuestra responsabilidad.
  • Hay tramos de las rutas que transcurren campo a través por el interior de los bosques. No hay pérdida, pero habrá que prestar atención a nuestros pasos (siguiendo las trochas de animales) para poder progresar sin muchas dificultades.
  • Para acceder a los diferentes cerros habrá que desplazarse en coche hasta los puntos de inicio de las rutas. En algunos casos no es mucha distancia pero será nuestra mejor opción.

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La primera de las cumbres que pisé de esta pequeña serranía es el llamado Cerro del Castillo. Un pequeño monte aislado del resto y castigado hace unos años por un incendio que asoló parte de su ya escasa vegetación, pero que poco a poco ha ido recuperando su arboleda gracias a un intenso proceso de restauración.

En mi opinión, la ruta más cómoda para ascender parte de la llamada Urbanización Serranía de la Paloma, en el nº 29 de la calle Sierra del Castillo. Desde allí, donde muere la calzada, parte una senda que procede de Collado Mediano y que va ganando nivel hacia nuestra derecha cruzándose con otras tantas que salpican esta pequeña altitud.

La excusa para subir hasta aquí fue que, tras haber pateado hasta llegar a los Tejos del Barondillo (a los pies de la cara norte de la Cuerda Larga), tenía tiempo y me decidí por alcanzar esta pequeña cumbre que siempre se presenta al conductor según se aproxima a Navacerrada. Así, como si de un simple paseo se tratara, llevé mis pasos hasta la arboleda que salpica su cara este manteniendo una torre de comunicaciones siempre en mi punto de mira.

Llegar hasta ella no supone ningún problema y, tras rodear la caseta, desde allí parte un sendero que nos llevará directamente hasta la cumbre rodeados de cantuesos, «escobas» y jarales.

La cumbre es una simple acumulación de rocas protegidas por un par de árboles, donde me decidí a comer algo antes de bajar a Madrid. Eso si: las vistas del embalse y casi toda la Sierra (incluida La Pedriza) son magníficas desde esta atalaya. Solo por eso merece la pena subirse hasta aquí, y me planteo que es incluso una ruta cómoda y bonita para hacer en un futuro, cuando tengan edad, con mis hijos.

Antes de bajar me aproximo a la cara oeste donde se eleva un mirador «volado» sobre la población de Collado Mediano. Parece un poco endeble y no me atrevería a hacer muchas tonterías sobre él, pero reconozco que las vistas también son chulas. No obstante, yo lo quitaría de aquí para dejar este lugar más propio… más como debería ser… sin estructuras humanas que poco a poco se oxidan y se pudren.

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Las siguientes cumbres que alcancé fueron hace pocos días (ya a final del invierno) cuando me propuse recorrer la parte central de la Serranía del Castillo, con el Cerro de la Golondrina como máxima altura de todos ellos y el de Jarahonda como más representativo.

Normalmente la vía de acceso parte de la pista forestal que nace de la rotonda que, pasada una gasolinera situada en la M-601, da acceso al pueblo de Navacerrada o al Puerto. Sin embargo yo preferí aventurarme por la cara sur, entrando desde la Urbanización Reajo del Roble, en el nº24 de la Avenida del Lago. Desde allí parte otra pista forestal que seguiré hasta encontrar una vereda que sale a mi derecha y que me introduce en el monte a través de la vegetación. Tomaré este camino al comprobar que la pista que originalmente pensaba seguir está cortada más adelante, ya que la cumbre del Cerro de la Jarahonda está dentro de una finca privada.

Esto de poner vallas al monte me pone de mala uva.

Pero lo de acotar caminos públicos… encima es ilegal. Pues parte de esta pista, que une esta zona con Los Molinos, es de dominio público.

El caso es que sigo esta vereda hasta alcanzar un humedal en donde giro a la derecha en claro ascenso, hasta llegar a una pequeña columna de piedra desde donde giro otra vez a la derecha para intuir la trocha que me llevará hasta un vallado, que podré superar por debajo del alambre de espino y entrar en una zona más amplia, libre de arbustos. Entonces, mientras sigo ascendiendo pegado al recién encontrado muro de piedra, paso junto a una pequeña explotación apícola. Aquí, si sois alérgicos, es mejor que os mantengáis a cierta distancia.

Al haberme encontrado antes con la pista cerrada y los vallados, no tengo muy claro cuándo circulo por zona pública y cuando no; así que me mantengo al cobijo de la vegetación mientras voy ganando altura hasta coronar el pequeño Cerro de los Agregados (1.228 m.). Desde allí veo la recoleta Ermita de San Antonio, que contrasta con el resto del lugar debido a su intenso color rojizo. Poco más abajo hay una edificación con un coche aparcado, pero aquí me da la impresión que no tendré problemas para deambular; así que me encamino hacia la Jarahonda para ver si puedo llegar hasta su cumbre, aunque sea saltando una nueva valla.

El camino es evidente porque un ciprés, un árbol que no debería estar aquí, nos marca la entrada a la zona cimera. Efectivamente, como esperaba, un enorme muro de piedra y una cancela candada nos impiden el paso. Pero no es lo mismo aventurarse por una propiedad privada durante varios kilómetros (como hice en la Cabeza de Illescas) que hacerlo por un centenar de metros. Aunque no deba hacerse en ninguno de los dos casos, la salida en el segundo será más rápida. Así que, molesto todavía por esto de acotar los montes y los caminos, salto el muro y me apresuro para subir hacia las rocas.

De todas las cumbres que alcanzaré hoy esta es la más bonita. Incluso en su tramo final hago una pequeña trepada sin dificultad para llegar al vértice geodésico.

El lugar es chulo. Obtengo un ángulo nuevo de La Maliciosa, Siete Picos, las Guarramillas… más allá, el Embalse de Santillana y el de Navacerrada bajo la bruma del amanecer. Lástima que sea «zona prohibida». Por eso mismo no me detengo más que a hacer unas fotos y enseguida salgo de la finca para encaminarme al Cerro de las Ruedas a través del robledal.

Aquí camino campo a través y, aunque no resulta difícil, hay que prestar atención para progresar sin problemas y no llevarse un golpe tonto con alguna rama. Esto no es un pinar, y hay bastante más sotobosque al no ser un «suelo ácido».

Tras sobrepasar una explotación ganadera, ahora cerrada, remonto otra vez una ladera hasta llegar a un nuevo muro de piedra que salto para alcanzar la cumbre por una pequeña escalera metálica que accede a la caseta de vigilancia forestal que los bomberos de la CAM mantienen aquí. En teoría, también es un monte restringido, pero aquí me preocupo menos ya que el muro solo existe realmente para proteger las instalaciones; y hoy no hay guardas. Veo restos de comida en derredor… hay gente que debe pasearse por aquí.

De nuevo hago varias fotos y me pongo de nuevo en camino, esta vez en dirección al Cerro de la Golondrina por el Collado del Buey, hacia el más alto de todos los montes de esta Serranía.

Aquí el camino es cómodo incluso tras dejar atrás la pista forestal principal, que veo marcada con señalización de BTT.

Sigo por un sendero que pronto abandono para ascender directamente hacia la cumbre atravesando el bosque.

Una vez más, no hay dificultad. Más bien una sensación de quietud y belleza como pocas veces puedes tener en Guadarrama, más aún con las masificaciones de los últimos años. Además, caminar por un robledal en vez de por un pinar te da unas perspectivas diferentes. Más hermosas si cabe.

La cumbre es una nueva acumulación rocosa rodeada de árboles sin más interés que el paisaje. Parece que puedes tocar los «dosmiles» de la Sierra desde aquí.

Como algo, y desciendo campo a través para completar mi ruta circular hasta llegar a la Fuente de los Cabreros, en medio el área recreativa a la que se accede desde la rotonda antes mencionada. Desde aquí tan solo me queda volver a subir hacia donde encontré la explotación apícola para regresar desde allí al coche por la otra vertiente, la sur.

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Minutos después, tras dejar atrás las cumbres principales de la Serranía del Castillo, el mismo día, conduje apenas un kilómetro, atravesando la Presa de Navacerrada, para llegar a un pequeño punto en la carretera M-861 donde dejar el coche y tratar de subir a las dos últimas cumbres que pretendía en esta salida.

El monte también parece delimitado por una valla aquí, pero el acceso es posible. Se trata de un monte público y las vallas solo impiden el paso a los animales.

Camino por un evidente sendero que, al llegar a una fuente, sigo hacia mi izquierda en clara subida. De este modo pasaré primero por la cumbre del Cerro de las Cabezas para después alcanzar el Alto del Hilo.

La vereda es cómoda y sencilla. Por algunos tramos parece más una trialera que un sendero, por lo que circulo prestando atención a cualquier ciclista que baje a toda velocidad sin fijarse en quien venga delante suyo (de hecho, volviendo al coche me encontraré a un par de… en fin… subiendo y destrozando un poco el suelo con sus motos de cross).

Supero una enorme roca que intuyo que los escaladores usan para hacer boulder debido a su sencillo acceso y, desde allí, alcanzo un punto en donde la senda parece comenzar a descender hasta el Collado de las Cabezas. La cumbre esta cerca y no me parece plan bajar para volver a subir por la otra cara, así que, al igual que en los cerros anteriores, busco pasos que los animales o la gente hayan hecho con el tiempo y supero los arbustos hasta llegar a una pradera donde encuentro un nuevo vallado. Este es sencillo de superar y enseguida alcanzo la penúltima cumbre del día, nuevamente adornada con un puesto de vigilancia forestal.

Ya queda poco, el camino es cómodo y llego al collado donde encuentro una pista forestal que recorro hacia la derecha para acercarme a la cumbre del Alto del Hilo.

Desde el bosque se ve la cumbre como un bonito muro de piedra, una arista que me apetece recorrer ansiando una cumbre más difícil que las anteriores. Cuando salgo del camino antes de llegar a unas torres de comunicación, llego arriba en un periquete y veo que este lado sur es otra pradera. Todo muy sencillo.

Parece haber dos cimas, ambas sencillas aunque en la cumbre principal se requiere un poquito de atención para elevarse por las rocas; nada que resulte peligroso.

Aquí termino mi jornada zampándome una mandarina y contemplando el Valle de la Barranca frente a mi, con la Cuerda de los Almorchones a un lado y la Pedriza más allá.

El descenso es claro y evidente al seguir un amplio sendero que desciende hasta Becerril de la Sierra. Yo lo abandono en un punto cualquiera para no desviarme demasiado hacia el este y no perder así el tiempo. Recorriendo el bosque en paralelo al pueblo, llego hasta el otro extremo de la ruta, cerca otra vez de la M-861, desde donde remontaré hasta el improvisado aparcamiento.

Si quisiera terminar todos los cerros que conformar este conjunto de montes, debería dirigirme ahora al Cerro del Telégrafo. Pero hoy ya se me hace tarde, así que lo dejaré para el fin de semana que viene…

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Así, efectivamente, el sábado siguiente aparco el coche junto al Parque de La Tejera y me dispongo a subir hasta la cumbre del «Telégrafo» (una cumbre especial porque suele ser uno de los campos de entrenamiento de Carlos Soria, alpinista, figura muy admirada por mi, y al que he tenido el placer de encontrar un par de veces en mi vida).

La ruta habitual empieza justo en la dirección contraria a la entrada del parque que puede verse en la foto anterior. Sin embargo, yo me decido a subir por un pequeño sendero que parte a la derecha de el punto que aquí se ve para ir remontando la ladera del cerro de forma directa, por alguna de las numerosas veredas y «trialeras» que recorren el bosque.

En condiciones normales hay que tener cuidado con los ciclistas que pueden bajar por aquí a toda velocidad, pero siendo hoy tan temprano, dudo mucho que haya nadie por arriba todavía.

Hoy, seré el primero en llegar a la cumbre.

De este modo, tras dejar atrás las ruinas de una pequeña caseta, remonto unos metros campo a través hasta encontrar otra de estas «trialeras» hasta alcanzar el Pico Martillo (1.192 m.) donde me encuentro con un puesto de vigilancia que más bien parece un merendero.

Un sitio chulo que dejo tras de mi antes de ascender por el cortafuegos que sale justo enfrente.

Al final, el haber optado por esta ruta me está llevando muy rápido hasta arriba. Si hubiera seguido el camino habitual me habría encontrado con un par de fuentes, pero habría dado mucho rodeo. De este modo, aunque el camino se hace algo durillo en algún momento, le gano a la ruta (fácilmente) unos 30 minutos.

Cuando alcanzo la parte superior del cortafuegos ya solo queda penetrar por la arboleda reforestada que veo a mi izquierda, dejando la visión de La Maliciosa y El Yelmo a mi derecha.

Al fin, llego a la pista forestal que recorre la cumbre del cerro contemplando la preciosa Torre del Telégrafo, restaurada en 2008, que se alza aquí desde el siglo XIX para comunicar Madrid mediante otros telégrafos ópticos similares que debían alzarse, por ejemplo, poco más arriba del Puerto de Navacerrada o en el monte del Estepar.

Puesto en servicio en la década de los 30 del mil ochocientos, su abandono y posterior deterioro fueron evidentes hasta hace pocos años (según puede verse en la siguiente fotografía) al igual que sucede con muchos otros diseminados por la geografía madrileña y española.

Tras superar el vallado que lo protege para echar un vistazo a este «abuelo» de las comunicaciones actuales, constato la posibilidad de visitarlo en un futuro, y me encamino a echarle una foto a la sencilla cumbre del cerro. Las vistas son bonitas, pero no me detengo mucho a contemplarlas porque hoy aún me queda algo que hacer… quiero bajar rápido para cruzar el pueblo e intentar alcanzar la cumbre de otra pequeña montaña que veo hacia el sur: La Solana (1.293 m.).

Cuando llegue hasta allí constataré que este monte está dentro de una propiedad privada (como me fastidia que pongan vallas al monte, de verdad…) y que no va a ser fácil llegar hasta su cumbre. Por no hablar de la mucha vegetación que lo cubre e incluso las trepadas chulas que tendré que hacer por sus numerosos afloramientos rocosos.

No obstante, esa montaña no pertenece a la Sierra del Castillo sino a la Sierra del Hoyo, así que no es esta la entrada para dejar constancia de ella…

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