El Pico Tres Mares o Pico Tresmares es una montaña de Cantabria y de Palencia ubicada en la Sierra de Híjar, entre los valles de Polaciones, la Pernía y Campoo. Su cumbre es el vértice del ángulo formado entre la mencionada sierra y la Sierra del Cordel que cierra el Circo de Tres Mares o de Calgosa. Tiene una altitud de 2.176, 2175 o 2171 metros, según diversas fuentes.
Hacia el oeste del vértice se extiende la Serrata de Peña Labra y, a sus pies, se extienden las brañas de Pidruecos y la pradería de Calgosa, además de las pistas de la estación de esquí de Alto Campoo.
Desde su cima se ofrece una despejada perspectiva de los montes de Campoo y Saja hasta el mar por el norte; de los Picos de Europa hacia el noroeste; de Fuentes Carrionas y la Montaña Palentina hacia el oeste; de la meseta castellana hacia el sur, y de los valles de Valderredible y las Merindades, hasta los Montes de Ordunte.
Decir que este pico, también llamado Santa Manda Mares, es la única montaña de España en la que nacen tres ríos distintos que van a tres mares distintos: el Nansa que desemboca en el mar Cantábrico, un afluente del Pisuerga, que uniéndose al Duero desemboca en el Atlántico y el Híjar, que se convierte en el Ebro en Fontibre (Cantabria) y que desemboca por tanto en el Mediterráneo.
El Cuchillón (también conocido como Peña del Pando, o Canchal de la Muela) siendo la montaña más alta de esta sierra y de los Montes Campurrianos con 2.179 m. no es tan conocida como la primera e incluso algunos autores le dan más altura de la que en realidad tiene; entre 2.222 y 2.227 m.
Se trata de una montaña de fácil ascensión aunque de pronunciados cortados, por lo que, también hay que extremar las precauciones. Sobretodo en invierno.
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«Pico Negro, Cueto Negro, Pico de los Asnos y aún Peña Labra […] no, yo [lo] llamo Tres Mares, porque en él acaba, como en cuchillo aguzado, el valle de este río y empiezan los del Pisuerga y Nansa, que llevan sus aguas a Tortosa, Oporto y Tina Menor, es decir, al Mediterráneo, al Atlántico y al Cantábrico.»
Ángel de los Ríos
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Localización: Brañavieja (Estación de Alto Campoo)
Tipo de Ruta: Montañismo
Longitud: 15 kilómetros (aproximadamente)
Duración: 3 horas
Época recomendada: Todo el año
Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking y agua. (más info…)
Ruta GPS: Pico Tresmares y El Cuchillón
Recomendaciones:
- No hay agua potable en el recorrido, por tanto es recomendable llevar al menos 1 l. de agua.
- Desde la Estación de Alto Campoo (Brañavieja) puede accederse en coche hasta el Mirador de la Fuente del Chivo por la misma CA-183. Un lugar increíble para obtener una panorámica de todas las vistas mencionadas. Dada la facilidad de acceso al Tresmares, es una excursión muy recomendable para hacer en familia.
- Si se tiene tiempo, puede hacerse también la subida al Pico Cornón (2.125 m.), que flanquea el Mirador por el norte. Así podéis llevaros otro «dosmil» a la mochila.
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Cúspide soy de tres mares,
fuente de tres aguas cántabras
alborear de tres ríos,
a los tres mares de España
Poema de la antigua pilastra del Tresmares
(hoy desaparecida)
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La vida sigue…
Hace pocas semanas terminé el proyecto de coronar todas las montañas de Madrid y ahora sigo adelante con nuevos proyectos. Aún tengo que terminar los «techos de España», y algunos de los más importantes de mi querida «tierruca».
No me considero más especial o loco que el resto de la gente, pero allí donde la generalidad considera que acaba el mundo de los hombres, yo encuentro un lugar de maravillas y de encantadoras visiones. Donde mis horas son fugaces y mis días largos, pero llenos de emoción. Vivo breves momentos de una vida extraña, más bella y más pura de sentimientos; que me hacen apreciar más aún mis cariños cuando desciendo, tal vez más hondamente que aquellos que viven su vida con monotonía.
Pienso en ello cuando contemplo el amanecer sobre el colosal Embalse del Ebro en el horizonte.
La verdad es que he estado a punto de no venir por puro cansancio de tener que levantarme a medianoche para estar aquí a estas horas, pero la visión rojiza de las cumbres, y la más portentosa aún visión que el Mirador de la Fuente del Chivo me regala de las montañas de Cantabria y de Palencia, de Peña Sagra, de los Picos de Europa aún ligeramente nevados… tan cercanos ahora… hacen que haya merecido la pena el madrugón.
Aparco sorprendido de las vistas que me encuentro y permanezco un rato sobrecogido haciendo fotos.
Mientras «estudio» el Cordal que voy a recorrer hoy y el tiempo que me va a llevar, con el sonido de los cencerros en la lejanía, me digo a mi mismo que debo traer aquí a mi familia para que disfruten de esto igual que yo.
El día es increíble y el cielo está claro; tanto que me permite ver hasta donde solo los ojos de los pájaros alcanzan.
Tras un rato, comienzo a andar remontando la pista de esquí en dirección al Pico Tresmares. Aunque sea una cumbre tremendamente accesible, a mi me parece mágica… tanto por su situación y su paisaje, como por su significado.
Tras dejar atrás un remonte, comienzo a subir por su ladera cimera, acolchada hoy de trazos de hierba verde. Remonto el auténtico nacimiento del Ebro. La cuna de Iberia.
Ni una gasa de niebla ni una lluvia
o cellisca ni una dádiva de nieve
ni un borbollar de fuentes candorosa
dejo perderse. Madre soy de Iberia
que incesante en mi seno nace y dura.
La cima está coronada por un mirador y un pequeño monumento formado por dos tablas de esquí cruzadas.
Es tan fácil llegar hasta aquí que son varias las placas conmemorativas que he visto por los alrededores.
Cuando al fin me elevo sobre el punto más alto, el paisaje vuelve a sobrecogerme de nuevo. Dan igual las palabas que os diga o las fotos que os enseñe. Esta visión me sobrecoge como pocas. Ninguna imagen hará justicia a lo que mi corazón atesora en estos momentos.
A los tres mares que la ciñen, corren
-distintas y purísimas- mis aguas.
Al Ebro el Híjar, el Pisuerga al Duero
y el Nansa se despeña. Tres destinos:
Mediterráneo, Atlántico, Cantábrico.
Aquí había antes un pilar donde estas palabras se hallaban grabadas en la roca. Hoy ha sido sustituído por una bella estatuilla de hierro mientras la pilastra descansa en el aparcamiento.
Intuyo vacadas pastando en los valles palentinos, mientras «dedos de roca» por Peña Labra se elevan altivos, intentando alcanzar a sus hermanos mayores del Macizo de Ándara.
Todo es verde a mi alrededor…
Todo es vida…
En verdad, hay algo especial aquí. Algo que quizás no todos puedan sentir.
Y mi cúspide eterna, bendiciendo
-vientos de Dios- España toda en torno.
Prostérnate en mi altar si eres hispano.
Si de otras tierras, mira, admira y calla.
Veo a lo lejos, hacia el sur, mi siguiente objetivo: El Cuchillón. Me lo he propuesto también para hacer algo de montaña «real», y llevarme conmigo la más alta de «las Campurrianas«. Así que, dejando a un lado mis visiones, inicio el descenso hacia la pista y sigo camino, no sin antes pasar por uno de los hombros del Tresmares (a 2.149 m.) donde hallo una bonita cruz plateada y cuyas palabras guardaré solo para mi.
Las rocas están salpicadas por pequeñas rocas adheridas al cancho principal como si de bubones se trataran.
Resulta muy curioso y es fácil agarrarse a ellas.
Vestigios de la mar océano que hace eras cubrió estas piedras…
Mi camino al Cuchillón sufre un desvió cuando descubro que no puedo «crestear» tan fácilmente hasta iniciar su subida. Una pared me lo impide y sin cuerda me resulta imposible rapelar. Así, busco una forma de bajar entre las rocas hasta que veo una pequeña trocha que me lleva hasta otra pista de esquí, la cual remonto hasta llegar a su inicio junto a una torre del Telesquí Los Asnos.
Tras de mi dejo caballos y vacas, sorprendidos de este extraño animal que los perturba en su desayuno.
Hace rato que ya no siento el frío matutino y guardo el abrigo en la mochila antes de continuar.
Sigo por las Cumbres de las Hoyas y trepo por rocas siguiendo los pocos hitos que me marcan el camino.
La cosa empieza a ponerse divertida y sigo adelante cada vez más contento de haber venido y no haber «remoloneado» en la cama.
Tras este canchal la trocha se hace evidente y veo como se dirije por la cara sur de la montaña hasta la cumbre. Parece un poco expuesto, aunque las he visto peores (por ejemplo en los cortados del Castro Valnera). No obstante, y aunque creo que por las pedreras de la cara norte sería más seguro, aunque cansado, sigo la senda sin pensármelo mucho.
La trocha se hace larga en algunos momentos.
En otros, incluso: tensa. Más que nada porque la vegetación siempre está húmeda por estos lares y una mala pisada puede provocarte un resbalón de insospechadas consecuencias…
He olvidado los bastones en el coche, así qu procuro ir con bastante cuidado preguntándome cuando terminará este camino que me lleva a la sombra del sol, pero sudando no obstante.
Veo algunas posibilidades de trepar hacia la cresta de la montaña, pero decido continuar por aquí hasta que, finalmente, los hitos me elevan hasta arriba.
Es curioso, esta situación me recuerda mucho (salvando las distancias, claro) a cuando hicimos cumbre en el Aneto y salimos al sol por el Collado de Coronas. Me acuerdo de mis amigos y pienso cuanto les gustaría estar aquí ahora…
Salgo a una pradera de verde intenso y veo a mi derecha la piramide cimera. Me va a tocar trepar, pero no me importa. Será divertido.
Lanzo mis manos en contadas ocasiones, salto rocas y veo puentes de roca.
Al fin, una nueva cruz (esta, oxidada) me marca la cumbre. Aunque esta es una roca quese eleva junto a ella.
Lo he conseguido de nuevo. Respiro hondo y vuelvo a dejarme llevar por el lugar y el sonido de las vacas pastando allá en el valle.
Veo las montañas que cierran el Cirso de Alto Campoo: el Pico Bóveda, con su «Paso de la Muerte«, el Cueto de la Horcada, el Pico Cordel… todos por encima de los dosmil metros.
La vida sigue…
Tras permanecer un rato en la cumbre, mecido por el viento, inicio el descenso por la línea del Telesquí El Castro decidido esta vez a ir por el valle de mi derecha, por las pistas de esquí. Será más cansado puesto que tendré que bajar un tanto para luego tener que remontar hasta el Mirador. Pero será más seguro que bajar por la trocha húmeda de la cara sur, que en descenso puede resultar aún más resbaladiza.
Hago campo a través en algunos momento y en otros sigo las huellas del ganado. Todo hasta alcanzar una de las viejas pistas que me va llevando poco a poco, sin descender más, hasta un remonte donde llego a escuchar música (esto me resulta inexplicable e incluso molesto). Desde este punto puedo ver como las aguas del Hijar, nombre del primitivo río del que en realidad bebe el mismo Ebro al nacer bajo mis pies, caen hacia el valle.
Poco a poco, cansado por la rapidez de mi paso, remonto las laderas hasta llegar poco a poco hasta mi coche.
Podría hacer una cumbre más subiendo hasta el Pico Cornón (2.125 m.) que es accesible desde el mismo aparcamiento. Pero he decidido venir hasta aquí hoy por la rapidez de la ruta, para no dejar mucho rato solas a mis niñas en Santander.
Así que, como vendré otra vez con ellas más adelante, me guardo esa cumbre para tener algo que hacer cuando vuelva.
Ahora me voy para disfrutar de unos pinchos y unas cañas… y darme un baño en la playa. De casi 2.200 m. a cero en el día…
En serio, ¿qué hay que hacer para vivir aquí?
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Del todopoderoso, aquí, la mano
tres rumbos dio a las aguas
indomables,
al Duero, al Ebro, al cántabro océano.
Orgulloso saber; poder humano,
¿Cuánto me parecéis ahora deleznables?
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A mi familia política...
Que ha querido venir hasta esta tierra y apreciarla tanto como yo.
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Un saludo desde la Oficina de Información municipal del Ayuntamiento de la Hermandad de Campoo de Suso, municipio al que pertenece el Pico Tresmares, Cantabria.
La altura de este pico no es la mayor en Brañavieja, ni lo es tampoco el Cornón o el Cordel. La mayor altura es la del Cuchillón, con 2.222 m en algunas cartografías y 2.174 en otras.