El Montón de Trigo es una de las montañas más altas de la Sierra de Guadarrama y del ramal montañoso de La Mujer Muerta. Tiene una altitud de 2.155 metros y una prominencia de unos 1.000 metros.
Su peculiar nombre hace alusión a su silueta vista desde el sur, ya que se asemeja a un montón de trigo tradicional, con una forma cónica. Sus laderas están cubiertas por un espeso bosque de pino silvestre, que llega hasta los 2.000 msnm. A partir de esa altitud aparecen praderas alpinas, arbustos de alta montaña y roquedales.
El ascenso común se hace por su ladera sur, por un sendero que sale del Puerto de la Fuenfría en dirección oeste y que nos conduce hasta la cima. Este pico es bastante relevante en la sierra por proporcionarnos vistas para el ataque al cordal de Siete Picos o La Mujer Muerta.
Por otro lado, el Pico Pinareja (2.194 m.) es el segundo más alto y el que se encuentra más al norte del cordal de La Mujer Muerta. A este cordal se le llama así porque, visto desde Segovia, se asemeja mucho a la silueta de una mujer que yace muerta en el suelo.
Si damos por buena esta visión de los segovianos, el Pico Pinareja es considerado el «pecho» de la Mujer Muerta.
En su cima se haya una gran cruz de hierro forjado que está hermanada con un pequeño oso de piedra que se encuentra en la cumbre adyacente, la Peña del Oso.
Dado que el segundo pico, como veréis más adelante, no estaba previsto, he aquí los datos de la ruta original al Montón, por la Calzada Romana de Cercedilla:
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Localización: Cercedilla
Tipo de Ruta: Montañismo
Longitud: 11 kilómetros (aproximadamente)
Duración: 4 a 5 horas
Época recomendada: Todo el año (en invierno puede resultar necesario el uso de raquetas)
Equipación mínima: Bastón (raquetas), mochila, botas de trekking o montaña, agua. (más info…)
Ruta GPS: Montón de Trigo
Recomendaciones:
- Según la climatología, la ascensión puede realizarse en cualquier época del año incluso con nieve. Aunque entonces podríamos necesitar unas raquetas para poder progresar en algunos puntos.
- Hay unos pocos puntos con agua potable en el recorrido pero es recomendable llevar agua propia.
- Una vez hayamos alcanzado la cima, si contamos con tiempo podéis acercaros hasta La Pinareja, como hicimos nosotros, y buscar los restos de las trincheras de la Guerra Civil que salpican esta zona.
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La vida siempre nos depara muchas sorpresas agradables, nosotros solo tenemos que aprender a agradecerle esos momentos.
(Juan Paradela)
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Cuando mi compañero Amador y yo comenzamos a dar nuestros primeros pasos por la Calzada Romana de Cercedilla, nuestro objetivo principal es alcanzar el pico conocido como el Montón de Trigo. Jamás imaginamos hasta donde llegaríamos este día ni los paisajes que ibamos a poder contemplar…
La Calzada Romana de Cercedilla es un camino de piedra relativamente bien conservado que fue construido en el siglo I por orden del Emperador Vespasiano, para unir las tierras de las que más tarde serían conocidas como las Dos Castillas. Su recorrido original unía Titulcia (localidad próxima a Aranjuez) con Segovia.
Es un camino bastante duro puesto que salvas un desnivel de unos 400 metros en muy poco tiempo. Las piedras del camino son un estorbo y no te hacen caminar cómodo, y siempre que la recorro me pregunto como fue posible que nuestros antepasados caminaran casi a diario por este paso de montaña.
Los dos conocemos perfectamente esta ruta, y sabemos lo «rompepiernas» que puede llegar a ser. Así que, sin dejar de mantener un buen ritmo, procuramos no dar zancadas muy largas para no cansarnos demasiado pronto.
Mientras charlamos y disfrutamos de los hermosos pinares que nos rodean, cruzamos sin darnos cuenta el segundo puente de la calzada, conocido como Puente de Enmedio (1.635 msms) y seguimos adelante.
A no mucho tardar, ante nosotros se abre el collado conocido como el Puerto de la Fuenfría (debido al manantial que lo corona), nos miramos y comprobamos la hora. ¡Increíble! Hemos tardado menos de una hora en llegar hasta aquí.
Hace tiempo que no subo por esta ruta, pero el tiempo estimado para recorrerla es de hora y media.
Nos detenemos unos minutos a reponer fuerzas, aunque realmente no estamos nada cansados. Hemos llevado un ritmo magnífico y delante de nosotros vemos por fín el Cerro Minguete (2.024 m.), paso inevitable hacia nuestro destino: el Montón de Trigo.
Aún hay nieve en las cimas. Eso me motiva. Estamos en el mes de mayo y aún voy a poder pisarla. Vamos realmente bien de tiempo, así que me detengo a hacer algunas fotos y nos ponemos en marcha a traves de los pinos.
Ganamos altura y dejamos detrás nuestro el macizo principal de Guadarrama: Siete Picos, Cuerda Larga…
A nuestro alrededor poco a poco van desapareciendo los árboles y son sustituídos por arbustos bajos, propios más de la Alta Montaña.
Sopla algo de viento fresco, pero el sol nos pega bien desde lo alto. Y ya no contamos con la protección de las copas de los pinos. Aún así, la cima del Minguete se aproxima cada vez más y vemos gente allá arriba. Es una cima sencilla y mucha gente se aventura hasta allí incluso con niños.
Por fin alcanzamos la cumbre y nos detenemos un rato a hacer algunas fotos más y comer algo de fruta. Seguimos alucinados, no hace ni dos horas que hemos abandonado el coche y estamos a punto de cumplir nuestro objetivo.
Frente a mi, se alza el cordal de la Mujer Muerta.
Desde esta cara no se aprecia bien la silueta que le da tan peculiar nombre, pero me engatusan sus cumbres aún cubiertas de nieve. Y me llaman a recorrelas próximamente.
Amador echa un vistazo con unos pequeños prismáticos para intuir la mejor ruta de acceso a través de los pedregales aún nevados del Montón de Trigo, y decidimos atacar por la cara izquierda de la montaña.
Nos volvemos a pertrechar y retomamos el camino. Aún se ven los senderos que rodean la montaña, pero pronto los perdemos en cuanto empezamos a subir, siguiendo tan solo los hitos que indican la ruta.
Hay unos cuantos así que no supone ninguna dificultad, aunque en un momento decido encabezar la marcha y abandonarlos para atravesar un nevero, abriendo huella, y que el caminar resulte algo más sencillo.
Mirando atrás me doy cuenta que las distancias nos están engañando. Estamos llegando otra vez con mucha rapidez.
Frente a mi se alzan enormes peñas de granito que suponen la cumbre de la montaña. Tenemos que usar las manos para elevarnos sobre algunas de ellas, pero por fin dando unos pocos pasos más alcanzamos la cima. Objetivo conseguido… y en un tiempo record. No nos lo acabamos de creer.
Comprobamos nuestros altímetros y guardamos los puntos de referencia en el GPS. Son tan solo las doce del mediodía. Y nosotros estamos frescos. O eso creemos. Disfrutamos de las vistas y yo no dejo de mirar al pico que se alza más cerca de nosotros…
De repente, como si ambos estuviéramos pensando en lo mismo, nos planteamos el uno al otro que sería interesante acercarnos a intentar subir aquel pico cuyo nombre ni recordamos. Nos miramos y dado que hasta aquí hemos hecho una machada, nos sentimos fuertes y decidimos intentarlo. Aunque de momento empezamos por plantearnos objetivos cortos y realistas, puesto que la cumbre se nos antoja muy lejana.
Decidimos, por lo menos llegar hasta la base del coloso.
Comenzamos a bajar por la cara norte y descubrimos que no nos va a resultar tan fácil. Hay muchas más piedras que por la otra vertiente y la nieve que las cubre está demasiado blanda.
Nos hundimos varias veces y vamos con cuidado. Es una de esas ocasiones en las que te puedes torcer un tobillo con mucha facilidad.
Tras un buen rato de bajar, hemos tardado más que en subir, al fin llegamos a las praderas del collado. Seguimos las mugas (tocones de piedra que delimitan, en este caso, las dos provincias) y pasamos junto a una enorme construcción de piedra, ahora derruida. Imaginamos que de algún antiguo invernal para el ganado.
Nada más lejos de la realidad…
Más adelante encontramos una enorme zanja de piedra que recorre gran parte de la ladera. Nos preguntamos qué puede ser y de repente, mi compañero cae en la cuenta: ¡se trata de una trinchera de la Guerra Civil! Estamos en la línea del frente de Segovia. Y la construcción que hemos dejado atrás debía ser el antiguo bunker que servía de cuartel general en aquellas lomas.
Una vez más pisamos una parte de nuestra historia. Está resultando un día muy interesante.
Seguimos caminando y afrontamos por fin la última gran subida del día. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que no estamos tan frescos. Las piernas empiezan a pasar factura por la inactividad de las últimas semanas y por el ritmo tan rápido que hemos alcanzado hasta aquí.
Nos encontramos con unos excursionistas que, además de recordarnos el nombre del monte, nos dicen que en media hora podemos alcanzar la cima. Pero la cumbre parece increíblemente lejana. Y el sol del mediodía arrea con fuerza. El calor genera algunos espejismos sobre el suelo.
A mitad de subida tenemos que sentarnos para beber algo de agua y comer unos frutos secos. Estamos en un punto crítico. O nos bajamos ya o continuamos hasta la cumbre con todas las consecuencias.
Aún no estamos rotos, pero sabemos que nos va a costar llegar. Nuestro ritmo ha bajado a cada paso. Me jode darme la vuelta, pero tampoco quiero obligar a Amador a subir si no quiere. Así que lo dejo en sus manos, lo que decida me parecerá bien.
Él, sin embargo, me ve decidido y quizás la decisión que le falta decide recogerla de mi, y me dice que adelante. Con un par…
Nos reimos de puro cansancio y nos ponemos en pie. Está hecho. Ahora ya tenemos que llegar.
La última parte es otro pedregal, aunque más cómodo de andar que el del Montón de Trigo. Vemos a un par de personas llegar a la cumbre por encima de nosotros, parecen más grandes de lo que deberían si las distancias son las que creemos. Y una vez más somos conscientes de que estas nos están confundiendo.
Gracias a eso logramos hacer cumbre en pocos minutos atravesando un último gran nevero que queda agarrado en la cumbre.
Llego con algo de retraso porque me detengo a hacer algunas fotos de las presas del Vado de las Cabras, en el río Moros. Y cuando por fin diviso la cruz que marca la cima mi vista se desvía hacia mi izquierda y puedo contemplar uno de los paisajes más impresionantes que he visto por aquí. Se me hace más bello aún porque no lo esperaba.
Ante mí se extiende hasta el horizonte toda la meseta de Castilla y León. Pastos, caminos, pueblos… a mi izquierda contemplo la hermosa ciudad de Segovia, con su Catedral y su Alcázar a la vista de nuestros prismáticos. Un avión pasa por debajo de nosotros arrastrando un ultraligero que suelta al encontrar una buena corriente de aire caliente, procedente de los bosques de Valsaín.
Dejo volar mis pensamientos con las águilas que sobrevuelan por encima de mi cabeza y viajo lejos, muy lejos, con ellas.
Sin duda ha merecido la pena subir.
Comemos allí, alucinados por el paisaje que tenemos delante. Acabamos de encadenar tres dosmiles de una sola tacada, pero eso no es tan importante como el hecho de estar allí. Compartimos conversación con otra pareja de montañeros que hemos encontrado en Minguete y que hemos vuelto a hallar aquí. Son unos tipos muy majetes que volveremos a encontrar aún dos veces más.
Tras acabar de comer aprovecho para hacer algunas fotos y estudiar una buena ruta de acceso al resto del cordal para otro día. Hoy ya no es prudente seguir. Tras ello, iniciamos la bajada.
Mi bota izquierda me está haciendo bastante daño en el pie, pero creo que podré llegar. Sin embargo no sabemos aún lo tremendamente larga y pesada que se nos hará la bajada. Sin duda el cansancio acumulado nos está haciendo mella.
Descubrimos un sendero entre pinares siguiendo la trinchera que dejamos atrás hace un rato y caminamos a la sombra por un tiempo. Se agradece. Además, es un camino muy bonito.
Según vamos perdiendo altitud comprobamos como la sierra está llena de gente que ha decidido pasar el día de fiesta por la zona. Sólo espero que sean buena gente y respeten a la Montaña tal y como la encontraron.
Paramos de nuevo en la Fuenfría para refrescarnos en el manantial e iniciar el último tramo de descenso. La Calzada Romana, esta vez si, vuelve a «rompernos las piernas», pero bajamos contentos. Hemos hecho y visto cosas que no esperábamos y, a pesar de caminar durante siete horas, la experiencia ha merecido la pena.
No cambiaríamos esto por nada del mundo…
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Excelente ruta y comentarios. Pero … dos cuestiones: localización «Cercedilla» ?. Sin duda será el inicio de la ruta porque la «localización» del Montón de Trigo y la Pinareja es entre San Ildefonso y El Espinar, el primero y Navas de Riofrío (Las Navillas, para los amigos) y San Ildefonso la segunda. Las «mugas» no dividen provincia alguna dado que todo el recorrido desde el Montón de Trigo a la Pinareja es por la provincia de Segovia. Un saludo fuerte y a seguir.
Ciertamente, la localización a la que hacemos referencia en nuestras entradas es siempre referida al punto de comienzo de la ruta en cuestión. En este caso, la empezamos en Cercedilla. Por tanto…
Con respecto a las Mugas: antiguamente una muga separaba provincias, municipios e incluso fincas. Es cierto que aquí las llamo «mugas provinciales» y es un error, gracias por la apreciación. Pero el hecho es que ahí están y, seguramente, servían para separar los dos municipios que indicas de la antigua «Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia».