La Peñota, también llamada Pico Carpentier (o Pico Gibraltar en algunas publicaciones), es una de las montañas más conocidas de la Sierra de Guadarrama, con una altitud de 1.945 metros.

Situada en el límite de la Comunidad de Madrid (Los Molinos) y la Provincia de Segovia (San Rafael), se alza entre el Puerto de Guadarrama, al oeste del pico, el Valle de la Fuenfría, al este, y el Valle del río Moros, al norte.

Su nombre probablemente viene de la imagen rocosa, en contrapunto con sus más redondeadas y arboladas vecinas, visible desde muchos kilómetros en derredor. La cima se compone de tres pequeñas cumbres de granito visibles desde determinados lugares. La cumbre central de estas tres es el Pico Carpentier, y, además, es el más alto (Alejandro Carpentier fue un naturalista español que vivió a finales del siglo XIX).

Su cima constituye uno de los mejores miradores de la sierra, desde la que se ve gran parte de la llanura madrileña y segoviana. En su ladera sur predominan sobre todo las praderas alpinas, los roquedales y los matorrales bajos de montaña. En cambio, su vertiente norte está cubierta casi enteramente por un bosque de pinos silvestres.

En la ladera sur, a una altitud de 1.650 metros y muy cerca del Collado del Rey se encuentra un pino silvestre muy peculiar conocido como Pino Solitario o de San Roque. Tiene unos 27 metros de alto, 6 metros de perímetro al hombro, 18 metros de ancho de copa, más de 350 años de edad y puede ser el pino silvestre mas grande de España. Se encuentra aislado de otros pinos ya que fue uno de los pocos sobrevivientes de un incendio que asoló la zona, probablemente en el siglo XIX o a mediados del siglo XX…

Respecto a la Peña del Águila, tan solo decir que es el «dosmil» más meridional de la Sierra de Guadarrama con sus apenas 2.008 msnm.

Curiosamente no es el único cerro con ese nombre en la sierra madrileña, existe otra «Peña del Águila» cerca del Puerto de Cotos. Sin embargo no se la considera independiente al tratarse de una prominencia adyacente a Guarramillas, desde donde ofrece algunas de sus laderas a la estación de Valdesquí.

El que narramos hoy es un monte de líneas redondeadas que no tendría apenas interés de no encontrarse en el cordal que une el Puerto de Navacerrada con el Alto del León, pasando por la Fuenfría. Ello lo convierte en un paso inevitable del famoso GR-10 (GR-12 en Portugal), sendero de gran recorrido que cruza la Península Ibérica desde la localidad valenciana de Puzol hasta Lisboa.

Todo este cordal transcurre paralelo al cordal de La Mujer Muerta (donde encontraremos los otros «dosmiles» meridionales de la sierra) y es una de las «paredes» naturales del Río Moros y los embalses del Valle de las Cabras y de las Tabladillas; separándolos del Valle de Cercedilla.

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Localización: Cercedilla

Tipo de Ruta: Montañismo

Longitud: 16 kilómetros (aproximadamente)

Duración: 6 horas

Época recomendada: Todo el año (en invierno puede resultar necesario el uso de raquetas o crampones en las cimas)

Dificultad MIDE:  → mide_Peñota&PeñaDelAguila

Equipación mínima: Bastón (raquetas), mochila, botas de trekking o montaña, agua. (más info…)

Ruta GPS:

La Peñota y la Peña del Aguila

Recomendaciones:

  • Según la climatología, la ascensión puede realizarse en cualquier época del año incluso con nieve. Aunque entonces podríamos necesitar unas raquetas para poder progresar. El hielo que se forma entre las rocas de la cumbre puede hacer necesario, incluso, el uso de crampones.
  • Hay algunos puntos con agua potable en el recorrido, en zonas bajas, pero es recomendable llevar agua propia ya que la ruta es larga.
  • Si no vamos a intentar llegar a la cumbre de la Peña del Águila en la misma jornada, es interesante desviarse hasta el Colladillo del Rey para fotografiar el Pino Solitario; o incluso tomar la ruta alternativa de los Cerros del Alto del León para llegar al puerto del mismo nombre.

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¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?

Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.

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Antonio Machado describió con sus palabras un sentimiento que tenemos muchos madrileños por esta… «nuestra sierra».

Siempre volvemos al candor de su regazo…

Y ella siempre nos acoge.

Tras mi incursión por Gredos hace pocas fechas, las cumbres que intentaré hoy se revelan más modestas. Pero son viejas conocidas por dos intentos frustrados de hace ya un par de años hasta ahora: poco antes de operarme de la rodilla izquierda, y ya después de haberlo hecho.

En la primera ocasión, la rodilla no me dejó llegar a la cumbre y tan solo pude recorrer los Cerros del Alto del León con ciertos dolores.

En la segunda, únicamente una fuerte ventisca pudo impedirme llegar.

Hoy, mi compañero Juan Carlos y yo partimos desde las vías del tren de Cercedilla, por la Senda de las Ródenas, en dirección al Campamento de la Peñota; con intenciones (y posibilidades claras) de hacer cumbre… finalmente.

El camino es, durante este primer tramo, una amplia pista forestal que deja a nuestra izquierda las casas del pueblo y a la derecha el Valle de la Fuenfría. La primavera está en auge y las lluvias de semanas atrás han venido bien para reverdecer el campo y dejar a los arbustos (Retamas) en flor.

Se adivinan incluso algunos resistentes neveros en la zona de Peñalara.

Tras superar una primera empalizada que impide el acceso al tráfico a la pista forestal, llegamos a una barrera canadiense (que contiene el paso del ganado a la zona rural) desde donde atajamos siguiendo el muro de piedra hacia arriba, para llegar antes a la zona del campamento.

Un pequeño arroyo recorre ahora esta vereda. En invierno, en mi segundo intento de ascensión, este tramo era puro hielo.

Al son del repicar de un pájaro carpintero remontamos el camino hasta llegar a la explanada del Cerro Hornillo, donde en pocas semanas empezarán a emplazarse los colegios para hacer aquí sus convivencias.

Si disponéis de unos minutos, desviaros a la derecha y acercaros al «repetidor» que se encuentra en la pequeña cima del cerro. Desde allí tendréis unas magníficas panorámicas del pueblo y el valle.

Nosotros sacamos en este momento el mapa para decidir nuestra ruta.

Mi idea original era seguir la amplia pista forestal (PR-M-30) hacia el interior del valle para subir hasta La Peñota por otro punto, más adelante. Se que aquí hay una senda que, desde la edificación de cemento, sube directamente hasta el Colladillo del Rey y, por tanto a las cumbres; pero tampoco quiero forzar la máquina de Juan. Yo he venido con intención de seguir entrenando y aprovechar el rápido y fuerte desnivel que ofrece esta montaña, pero tampoco quiero machacarle a él.

Sin embargo, mi compi me sorprende y decide que si, que subamos directamente por ese sendero hasta el Collado y que luego… ya veremos.

Así que, resuelto el dilema, encontramos la senda (marcada con puntos rojos) y nos adentramos en el bosque ganando altura a cada paso.

El camino es realmente precioso. Y absolutamente solitario.

Tan solo oímos algunos pájaros y, en la lejanía, la megafonía de la competición de BTT que este fin de semana se celebra en Cercedilla.

Poco a poco, según pasa el tiempo, el cobijo de los árboles va desapareciendo y es sustituído por matorrales bajos plagados de hermosas flores amarillas. Sobre nosotros vemos la zona de las tres cumbres de La Peñota, pero aún nos falta para llegar. Al frente, el terreno se aplana y llegamos a una valla junto a una especie de mirador de piedra.

Nos hayamos en el Colladillo del Rey.

Delante de nosotros: toda la línea de Cerros que se alejan hacia el Alto del León. Bajo nosotros, Cercedilla y Guadarrama.

Yo llevo un rato tratando de localizar el famoso Pino Solitario, y al fin, al subirme a unas rocas bajo el mirador, puedo contemplarlo en toda su majestuosidad.

Es realmente grande. Se eleva indiferente al tiempo, silencioso… como un rey sin reino, salido de una época antigua, que tan solo quiere descansar en paz.

Tras hacerle un par de fotos, Juan y yo decidimos atajar campo a través subiendo en línea directa hacia las cimas. Según el mapa, no hay sendero, pero queremos llegar temprano para poder hacer la ruta algo más larga en un tiempo razonable.

No es lo más inteligente querer ir campo a través. Y me sorprende que Juan (poco partidario de estas «variantes») quiera seguir este itinerario, aunque para suerte de ambos de repente me fijo en un hito un poco más arriba de nuestra posición… ¡Acabo de descubrir un pequeño sendero para subir a la cima!

No figura en el mapa, pero el ramal es claro.

Ambos nos adentramos de nuevo en el bosque que cubre esta ladera del monte y deambulamos un rato por él, tratando de orientarnos no perdiendo los hitos que marcan la ruta.

Resulta un tramo muy divertido y más bonito aún si cabe que el anterior, donde incluso encontramos perdices salvajes que parecen no tenernos mucho miedo.

Al fin, tras un rato caminando de nuevo a la sombra, vemos las impresionantes rocas que pueblan la zona de cumbre. Al fin hemos llegado…

Descubrimos marcas del GR-10 y nos sumamos a este camino para recorrer la primera de las cimas de La Peñota en dirección al vértice geodésico de la cumbre principal.

Me hubiera gustado transitar por este tramo con algo de nieve, pero todo se andará. Se dice que no dejamos de jugar porque envejecemos, sino que envejecemos porque dejamos de jugar… así que vendré a jugar con la nieve el próximo invierno, para seguir sintiéndome joven.

Salimos momentáneamente del camino y trepamos las rocas de la cara norte para alcanzar el punto más alto de la montaña.

Es una cima preciosa y las vistas, como es habitual, son una chulada.

No permanecemos mucho arriba, ya que sopla el viento y, con el sudor, la sensación térmica es más acusada.

Hemos superado casi mil metros de desnivel en dos horas… y eso pasa factura. Sin embargo, nos vemos fuertes y tomamos un nuevo camino rumbo al Collado de Cerromalejo y de ahí… a la Peña del Águila.

La senda apenas presenta dificultad desde aquí.

Nos encontramos incluso senderistas que recorren el Gr-10 con tranquilidad. Ambos nos tomamos el resto del camino con calma, aunque, después de haber relajado un poco las piernas tras la bajada al Collado, subir de nuevo representa un esfuerzo inesperado.

Sorteamos de nuevo una zona boscosa antes de hallarnos en la despejada de la cumbre de la Peña del Águila. Curiosamente, como si invadiendo su santuario estuviéramos, algunas rapaces nos sobrevuelan vigilantes mientras llegamos a la redondeada cumbre.

Un cúmulo de rocas marca la cima. La Peñota, inerte, al fondo.

Bajo nosotros el Valle del Río Moros, la Garganta del Espinar, se abre en todo su esplendor mostrándonos los dos embalses que contienen sus aguas. Nunca dejará de sorprenderme el recordar los hechos que mencionan ciertas lecturas de cuando ese lugar era un paraje recóndito, llamado antaño la Garganta de Ruy Velázquez (quizás el conocido por el cantar de gesta de los Siete Infantes de Lara), en donde los reyes y la nobleza venían a cazar osos y jabalíes.

Como me gustaría tener una máquina del tiempo para verlo…

Las vistas son bonitas, pero la montaña no nos dice nada más, así que seguimos el muro que marca la frontera entre las dos comunidades autónomas (y que seguramente nos llega desde la Guerra Civil por algunos restos que observamos), hasta encontrar un sitio donde comer a la sombra.

Tras el refrigerio, descendemos hasta el Collado de Marichiva donde nos encontramos a unos cuantos ciclistas descansando junto a la Vereda del Infante por donde continua el GR-10.

Desde aqui ya es todo sencillo y cuesta abajo. Pero algo largo.

Dejamos atrás la llamada «Calle Alta» y descendemos por el cauce seco del Arroyo de la Barranca, que a la vez es una travesía, en dirección de nuevo al PR-M-30.

Se nota que estás vías son más accesibles que las cimas y nos vamos encontrando ya a mucha más gente que aprovecha el estupendo día para pasear o, simplemente, para comer a la sombra de los pinos.

Nuestro camino siempre transcurre en sentido suroeste, rumbo a la estación de tren de Cercedilla; y por ello, a pesar de las bifurcaciones, es fácil encontrar las marcas amarillas y blancas del PR, que nos llevan en trayecto directo al coche.

Pasamos junto a una casa propiedad del la Escuela de Ingenieros de Montes y pronto empezamos a ver las casas del pueblo a nuestra izquierda, paralelas a la carretera y nuestra pista.

Poco después de pasar la Casa de las Rozuelas y dejar tras de nosotros la única fuente que hemos visto en el camino, tomamos una vía marcada con puntos azules (el Camino Puricelli) y que se a ciencia cierta que nos llevará, cruzando el pequeño puente de Santa Catalina, directamente al parking donde hemos dejado el coche.

El camino de vuelta se nos hará al final un poco interminable. Pero lo veremos recompensado con una estupenda terracita en el pueblo y una cerveza fría.

Además de la satisfacción de haber cumplido con otra cumbre más…

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