Los últimos, y casi ya tradicionales cada verano, episodios de fuerte calor en la península quitan a no pocos montañeros y senderistas las ganas de llevar a cabo alguna actividad. Pero como desarrollar nuestra pasión puede más que cualquier cosa, además de vestir con ropas cómodas y proteger nuestra piel con cremas solares de, al menos, factor 30 a 50, tendremos que cargar con agua abundante para evitar complicaciones derivadas de la temperatura.

La última quincena de julio junto a la primera de agosto suelen, por lo general, englobar los periodos de máxima canícula en España; aunque esto bien puede alargarse hasta principios de septiembre. Los recientes récords de temperatura en zonas de baja de montaña o noches a 30 grados o más en el sur de la península marcan nuevos estándares de lo que será el futuro inmediato. Así, ¿en qué nos puede aliviar el agua?

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La Salud y el calor

Cuando la temperatura incluso en alta montaña llega a superar los 30ºC (más aún si nos empeñamos en realizar la actividad en las horas de máximo calor, normalmente entre las 14h y las 17h) muy posiblemente tendremos uno o varios sustos que pueden ponernos en grave riesgo. Un golpe de calor, aquel en el que la temperatura corporal se acerca a los 40 grados, puede hacer que nos mareemos, estar confusos, perder el equilibrio (algo muy peligroso en zonas escarpadas), dificultar la intercomunicación o llegar a desorientarnos con suma facilidad.

Esto suele empezar por la manía de no usar gorra, no priorizar el descanso en zonas de sombra (aunque sea bajo una piedra) y mantener un ritmo de marcha demasiado vigoroso en las pendientes ascendentes.

Ingerir agua fresca en cantidades razonables – no más de 0,3 litros por ingesta –, potable y a intervalos regulares permite termorregular el cuerpo para que nuestra experiencia en la naturaleza sea lo más segura y placentera posible. Aunque, ojo, beber demasiada agua fría de una sola vez también puede llevarnos a otros problemas, como cortes digestivos, que nos pueden sumir en otros problemas no deseados.

En actividades de montaña, el ingerir hasta tres litros de agua por persona para una jornada completa y muy calurosa debería ser una práctica más habitual de lo que la gente suele acostumbrar.

Frío y deshidratación

Otro hábito mal adquirido reside en el hecho de beber menos líquido si la actividad se realiza en épocas frías, fuera de la estival.

Que la temperatura exterior sea más baja no impide que perdamos líquido al realizar una actividad física como es cualquiera de las relacionadas con la montaña. Así que, a pesar de no encontrarnos en verano en donde el riesgo es evidentemente más elevado, no debemos bajar la guardia en ningún momento del año.

Ya hemos dicho antes que es recomendable consumir por lo menos 2 litros de agua al día; y durante la época de frío este parámetro debe también continuar. De este modo el organismo puede mantenerse saludable y eficiente para que podamos realizar las actividades previstas.

Si además estamos realizando actividades invernales de varios días, para una hidratación saludable se debe tener en cuenta que el agua es la fuente más importante de hidratación, si… pero los tés, infusiones, sopas y caldos con verduras y otras bebidas calientes pueden complementar los requerimientos diarios de líquidos.

Un último consejo

Debido a que muchas fuentes de agua que podemos encontrar en la naturaleza pueden tener cierto grado de contaminación por existir animales salvajes o ganado en los alrededores que puedan alterarlas con sus heces, conviene llevar siempre pastillas potabilizadoras en la mochila para depurar el agua.

Estas pastillas pueden permitirnos un cierto grado de salubridad en el agua recogida, al cabo de unos 30 min. de haberla puesto en nuestra cantimplora. Aún así, siempre será recomendable recoger agua de cursos constantes de agua, donde no existan remansos estancados, y que hayan pasado por zonas herbáceas o rocosas que nos hayan servido previamente de filtro natural.