El Estepar (o Pico de la Mira), de 1.403 m. de altitud, es otra de esas «pequeñas» montañas «desconocidas» o poco transitadas de Madrid. Está situada en la Sierra del Hoyo (en el término municipal de Hoyo de Manzanares) a unos 3 Km. al este de la Sierra de Guadarrama.

Al no tratarse de una de las grandes alturas de la Comunidad (además de por otros factores) es una cumbre que no se visita en demasía; aunque nos proporciona un excelente mirador de toda la «sierra principal» y de La Pedriza, algunas de cuyas características geológicas comparte.

El resto de factores que la hacen poco frecuentada se deben, entre otros, a que en una de sus laderas se encuentran los campos de entrenamiento y tiro de la Escuela Militar de Defensa NBQ y la Academia de Ingenieros. Si además a esto le sumamos diferentes cotos de caza, la Reserva Natural que se encuentra en su zona sur (se dice que los últimos linces de Madrid anduvieron no hace mucho por esa zona además de en la llamada «Sierra Oeste») y a la cercanía de algunas fincas de ganado bravo, todo ello convierte a esta ruta en un itinerario complejo desde el punto de vista legal (e incluso en el de la Seguridad). Es así que muchas fuentes desaconsejan el acceso a la zona (nosotros incluidos) o, de querer arriesgarse, a restringir el recorrido casi únicamente a la cresta que recorre el macizo desde Canto Hastial (1.374 m.) sin salirse del camino, so pena de «ser tiroteado», empitonado o fumigado con algún «mejunje militar ultrasecreto»… Y siempre bajo la total responsabilidad de quien allí se adentre sin el correspondiente permiso.

Por todo ello, a nadie debe extrañarle que los pocos caminantes que frecuentan la cumbre hayan colocado allí una cruz de hierro y una placa invocando a la Virgen del Estepar (que no existe oficialmente, pero «por si acaso»), además de una imagen de la Virgen de la Encina, patrona de Hoyo de Manzanares, que aparece rodeada de siete querubines en la copa de un árbol, como dice la tradición que se le apareció a un campesino en una noche de tormenta.

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Localización: Hoyo de Manzanares (Urb. La Berzosa)

Tipo de Ruta: Senderismo

Longitud: 4,5 kilómetros

Duración: 3 horas  (ida y vuelta)

Época recomendada: Todo el año

Dificultad MIDE:  → mide_ElEstepar

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking y agua. (más info…)

Ruta GPS: (no se facilita)

Recomendaciones:

  • No hay agua potable en el recorrido así que es recomendable llevar agua en la mochila.
  • Algunos puntos de acceso de las cumbres requieren alguna pequeña trepada. No representan mucha dificultad, salvo si en invierno se cubren de hielo y nieve.
  • Aunque cuando nosotros recorrimos estos terrenos y redactamos esta entrada, allá por 2011, no existían vallados o señalizaciones que indicaran las restricciones de paso (y contamos con pruebas argumentales de ello), nos consta que hoy en día estas medidas disuasorias si están levantadas en gran parte del perímetro en cuestión. Recordamos por tanto que, al menos ya hoy en día de forma explícita, el recorrido de esta ruta es aparentemente ilegal al atravesar fincas de la Reserva Natural en las que se debe solicitar un permiso. Para más información, pinchad aquí o aquí. Esta actividad se cita aquí como un mero acto de registro literario y fotográfico, y no se pretende incitar a nadie a seguir nuestros pasos de entonces (producto en aquel momento del desconocimiento) ni a saltarse la normativa vigente.

IBEROTREK no se hace responsable del uso de la información facilitada en esta web,
y todo aquel que pretenda recorrer esta ruta en concreto debe informarse previamente en los recursos facilitados.
El senderista es el último responsable del uso y el recorrido que realice.

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¿Por qué eliges una montaña y no otra para ser ascendida?

Creedme, si por mi fuera… las intentaría subir todas.

Pero es cierto que algunas por su cercanía o costumbre en verlas, te atraen más que otras, aunque no sepas qué esperar de ellas. Es el caso de esta montaña.

Llevo viéndola desde que era un chaval al recorrer la autopista A-6 de camino al pueblo de mi padre, en Salamanca. Y hasta hace relativamente poco no conocía su nombre: El Estepar, también llamado el Pico de la Mira. Hoy me propongo por fin recorrerla porque, según me he informado, se trata de una ruta bastante corta y he de estar en Madrid sobre las 14h. para recoger a mi chica de un curso que está haciendo.

Si a eso le añadimos los rumores que he ido leyendo sobre la «peligrosidad» de la ruta debido a factores «externos», pues he preferido venir solo para evitarme sustos o responsabilidades. Sin embargo, según avance la jornada, quedará demostrado que la ruta no revierte ningún peligro ni ninguna ilegalidad, aunque es cierto que todas las precauciones son pocas.

La ruta comienza en la Urbanización de La Berzosa, en Hoyo de Manzanares, una vez pasada la caseta abandonada de vigilancia. Desde aquí sale una pista forestal junto a un bosquete y un circuito de cross a nuestra izquierda.

Al fondo la altura de Peña Alonso (1.295 m.) la primera de las alturas que alcanzaré hoy.

El camino me lleva en ligera ascensión junto a unos bunkers del Canal de Isabel II hasta que por fin empieza a estrecharse y deja de ser transitable para un vehículo.

Uno tras otro, se suman o salen veredas del camino principal que pueden despistar a cualquiera. Veo numerosas huellas de llantas de bicicleta de montaña y, la verdad, es que mientras camino veo lo propicio que es este lugar para la práctica de BTT. Subidas, bajadas, rocas, arenales… parece divertido, pero también hay que estar un poco loco para hacer algunos de los senderos que veo junto a mi.

Ante la cantidad de rutas que se me cruzan, no pierdo de vista mi GPS y continúo por la senda más ancha en dirección a unas vallas metálicas que se ven en la ladera del monte, delante de mi.

Por fin empiezo a subir y siento como el rumor de la civilización, representado por el runrún de la autopista, desaparece poco a poco.

Llego a la valla metálica que divide el monte en dos y sigo mi camino hacia la izquierda, según me indica el GPS. Al alcanzar la vertiente oeste, me oculto al sol y siento como la sensación térmica desciende algunos grados. Es la cercanía del invierno…

Por otra parte, este otoño ha llovido poco y el campo se nota un poco seco. A pesar de ello, las lluvias de los últimos días han empapado el terreno y algunos regueros de agua descienden hasta las urbanizaciones, y eso me obliga a caminar con cuidado para no llenarme de barro en algunos puntos del camino.

Por fin, al doblar una curva, veo una pequeño sendero que se adentra en el bosque de jaras y encinas. A sus pies, un hito marca el camino a seguir. Ahora si que estoy seguro de haber optado por las direcciones correctas…

Me adentro entre la flora y pronto me siento más a gusto deambulando por una vereda más montañera que la anterior.

Romeros y retamas salpican de olor mi caminar…

Algunos barrizales de tierra removida me hacen pensar en la presencia de jabalíes por la zona.

El desnivel se pronuncia más ahora y por fin empiezo a sentir las piernas al caminar.

Tras unos minutos llego al inicio del cordal de El Estepar, y ante mi, a lo lejos, veo las primeras nieves sobre las grandes alturas de Guadarrama y Cuerda Larga. El día es claro. Y el espectáculo… hermoso.

A mi derecha, unos hitos marcan la ruta de acceso a Peña Alonso, mientras que a mi izquierda el rastro continúa hacia mi destino final, que al fin puedo ver con claridad.

Para no tener que desviarme a la vuelta, dirijo mis pasos hacia la cumbre de Peña Alonso y pronto me encuentro con una zona de hermosas rocas que parecen talladas por la mano del hombre. Son casi tan perfectas que me hacen dudar si se han formado así por la acción del agua o realmente son restos de algún asentamiento antiguo.

Más adelante, según recorra el cordal iré detectando piedras que parecen haber sido trabajadas de algún modo, y mi confirmación será cuando, en un texto del pueblo, descubra que efectivamente hubo asentamientos romanos y visigodos en la zona.

Finalmente, subo saltando de roca en roca hasta alcanzar el punto más alto de esta «peña» y veo a mis pies la población de Hoyo de Manzanares, que se despereza al son de las campanas de su iglesia. En el horizonte, las cuatro torres de Plaza de Castilla (más cerca que nunca) le dan el toque moderno a la estampa.

Es una cumbre bonita.

Tras unos minutos contemplando el paisaje, desciendo de nuevo hasta el collado y continúo por entre unas piedras hacia la llamada Peña del Buho. Desconozco por qué la llaman así, porque no veo ninguna similitud desde aquí, pero imagino que sus razones tendrían los lugareños al bautizarla así.

Camino cómodo, sin dificultad, hasta los pies de la siguiente cumbre del día: el Cerro del Molinillo (1.338 m.).

A sus pies, el sendero se torna de nuevo bastante vertical mientras permaneces pegado a la pared de roca y caminas a la sombra de los árboles. Es quizás la parte más dura del recorrido, pero tan solo son unos metros. Una vez llego arriba, un poco más adelante y a mi izquierda veo la formación rocosa que marca la cima del Cerro; también frente a mi, finalmente, vislumbro la que señala la cumbre de El Estepar.

Allá en lo alto… una cruz de color blanco, flanqueada por un vértice geodésico, se eleva hacia el cielo.

Salgo de la vereda unos minutos para trepar hasta la Cima del Molinillo. No resulta complicado, pero me saca de la monotonía de un camino sin mayores dificultades.

Abandono la segunda cumbre del día y sigo adelante, cruzando por un campo de espigas que se elevan casi por encima de mi.

Las rocas que se alzan a mi izquierda son muy similares a las formaciones que podemos encontrar en La Pedriza, y resultan atractivas para recorrerlas como una cabra. Pero quizás otro día. Hoy tengo algo de prisa…

El final del camino se encuentra ante mi. Tan solo debo cruzar un pequeño muro de piedra y trepar por la cara norte.

No obstante, esta vez no es la llegada a la cima lo que me estremece.

Al llegar a este lugar reconozco el valor que tiene esta montaña y lo que desde este momento significa para mi.

A la vista de mis ojos, toda la Sierra de Guadarrama en su esplendor devora el horizonte de sur a norte. Reconozco todas las cumbres, objeto de mis deseos y mis sueños de juventud.

Hoy quizás se han quedado pequeñas, pero siguen siendo de las de más valor para mi, y en este magnífico balcón puedo contemplarlas todas sin excepción.

Tengo que venir cuando haya más nieve…

«¿No sería un buen lugar para pasar la eternidad?», me pregunto.

Reza la placa junto a la imagen de la virgen, cerca del pequeño buzón en la roca…

… y anhelo
desde Hoyo al Estepar
y del Estepar al cielo

He llegado aquí en aproximadamente una hora.

Aún tengo que cumplir otro encargo. Una tradición que inauguré el año pasado: el de recoger musgo para la decoración Navideña de mi casa (aunque va a estar complicado porque no hay mucho dada la poca humedad).

Pero eso ahora no importa porque me siento hipnotizado al contemplar tan magnífico paisaje.

Mis pensamientos vuelan.

Mi alma está en paz…

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