Colgadizos, de 1.833 m., es verdaderamente la última cumbre del Guadarrama por el norte, ya que el Cordal de la Cebollera es considerado Somosierra y más allá, entraríamos ya en la Sierra de Ayllón.

Se trata de un cerro redondeado de laderas suaves y extensa cumbre que se eleva al suroeste del Puerto de Somosierra, en el extremo nororiental del cordal principal del Guadarrama. Curiosamente, en lo alto de la montaña encontramos dos vértices geodésicos, el de Colgadizos y Colgadizos Tres (1.829 msnm), separados apenas unos 185 m. uno del otro. Esta montaña hace de separación natural entre las provincias de Madrid y Segovia, perteneciendo precisamente cada vértice a una de éstas.

Más al sur, tras cruzar por el Puerto de la Acebeda (paso ganadero natural), y comunicadas ambas por la Cañada de la Cuerda (PR-34) que hace las veces de frontera provincial, encontramos la Peña Quemada de 1.833 m.

Se trata de otro monte de lineas redondeadas perteneciente, como la primera, a los Montes Carpetanos.

Ambas montañas se encuentran lejos del núcleo central y más alto de la Sierra. Por ello quizás es poco visitado, al menos por montañeros, ya que no tienen dificultades técnicas relamente especiales y la abundancia de pistas recorriendo sus vertientes habla de un uso ganadero intenso. Sin embargo hay que decir que sus principales atractivos son la tranquilidad, la vegetación que cubre sus laderas (especialmente los acebos y robles de su cara sur y las sabinas centenarias de la vertiente norte) y unas nada despreciables vistas sobre las Sierras de la Morcuera y La Cabrera, al sur, las Cebolleras al este y la llanura castellana al norte.

~

Localización: La Acebeda

Tipo de Ruta: Senderismo

Longitud: 14 kilómetros (aproximadamente)

Duración: 5 horas

Época recomendada: Todo el año

Dificultad MIDE:      → mide_Colgadizos&PeñaQuemada

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking y agua. (más info…)

Ruta GPS:

Colgadizos y Peña Quemada

Recomendaciones:

  • Salvo en años de especial sequía, deberíais encontrar una pequeña fuente de agua en el Puerto de la Acebeda y otra cerca de un depósito del Canal de Isabel II. Sin embargo, siempre es interesante llevar pastillas potabilizadoras o agua suficiente para no reponer.
  • La ruta normal de ascensión suele realizarse desde la población madrileña de La Acebeda, sin embarego, la ascensión de sde la segoviana Prádena también resulta una bonita actividad.
  • En el pueblo de La Acebeda podéis encontrar un Camping realmente chulo donde pasar unos días en la Sierra Norte. Además, podéis visitar la vieja Acebeda de Somosierra, un bosque compuesto por acebos, robledales y serbales.

~

Hace un calor del demonio.

Puede que sea el día de más calor en lo que llevamos de agosto. En la ciudad estarán en breve a cuarenta grados.

No me gusta hacer montaña durante este mes, a menos que sea en el norte de España. Pero es lo que hay. Y quiero aprovechar todavía los días que me quedan de vacaciones.

Fuente & lavadero

Estoy en el bonito pueblo de La Acebeda, en Madrid, al final de la Calle del Puerto. Mi ruta empieza aquí, junto a una pequeña fuente y un viejo lavadero de ropa restaurado.

Junto al lavadero salen dos caminos, de los cuales, tras consultar el mapa que llevo «enganchado» a una cinta de mi mochila, decido coger el de la izquierda.

Son poco más de las ocho y media de la mañana y ya hace calor. Pero ahora camino entre robles, a la sombra, y el camino es agradable.

La senda es relativamente ancha y no tiene pérdida. Los desvíos: siempre hacia la derecha.

Valla entre robles

Dejo tras de mi los últimos huertos del pueblo y me adentro en zona de pastos justo cuando me encuentro con una rudimentaria valla fabricada con palos.

La sobrepaso y el camino comienza a estrecharse.

A partir de este punto hay que tener cuidado en no perder la trocha ya que, tras un nuevo giro a la derecha, la vegetación se nos echa encima y resulta bastante complicado avanzar.

Estoy en lo más profundo del bosquete y, aunque la vía de tierra no es difícil de perder, la vegetación es abundante siendo en ocasiones… problemática. Me pregunto por qué no mantendrán estos caminos más accesibles, aunque solo sea para el turismo. Como recurso económico del pueblo.

Me encuentro con acebos y otros matorrales. Entre ellos, las incómodas zarzas que trato de superar con el menor daño posible en mis brazos. Aunque algún inevitable arañazo me llevo.

En algunos puntos incluso tengo que caminar casi de rodillas para no rozarme, ya que no dispongo de ningún bastón con que apartar la meleza. Y, tras un rato de caminar como un recluta de película de «marines», llego a un arroyo que resulta ser la salida de aguas de un depósito del Canal de Isabel II.

Deposito del Canal

Salgo a una pista algo más grande y ahí me doy cuenta de que he perdido el mapa. ¡Maldita sea! Seguramente se me ha caído en alguno de los pasos entre matojos.

No quería volver por este camino, sino bajar por la pista forestal hasta el pueblo (os lo recomiendo, mejor). Pero ahora no me va a quedar más remedio que bajar por aquí para ver si lo encuentro más tarde.

Lo dudo.

En fin… sigo avanzando y me encuentro con la gran pista foretal que sube hasta el puerto. Voy a la izquierda y se que desde aquí ya no habrá pérdida. Confío en mi instinto y en mi habitual memorización del mapa, por si me pasan estas cosas.

Un hermoso valle plagado de bosques se abre ante mi, a mi izquierda. Las alturas de las cumbres son pequeñas, pero el sitio es bonito, y más con las vistas que tengo detrás.

Paso junto a una fuente de la cual tomo buena nota porque el calor empieza a pegar con fuerza, y continúo siempre por la pista principal obviando cualquier otro desvío. Siempre hacia arriba.

Hacia el Puerto de la Acebeda

Transito por una vieja vía pecuaria. Camino trashumante desde hace, seguramente, milenios.

Siempre me llaman la atención estas cosas. Seguramente a la gente no le atraen estos montes, pero por ello precisamente a mi me llaman: porque se que voy a estar solo, y por obtener un nuevo punto de vista.

Llego a un punto en donde atisbo a ver el Puerto de la Acebeda, pero no estoy seguro de si este camino llega directamente hasta él o debo desviarme. Arriba, junto al bosque, veo un cortafuegos; así que, tras superar una curva tomo un desvío a mi derecha y me encamino directamente al bosque.

Además, con el calor que hace, no me vendrá mal bajar mi temperatura corporal a la sombra de estos pinos.

Cortafuegos & Pinar

Tras unos minutos, me hallo en la linde del bosque y camino metido en él. Abajo veo el puerto pero me parece un poco absurdo bajar para luego subir; por tanto, poco a poco me adentro más y más en el pinar ascendiendo directamente por aquí.

Es durillo, pero al menos progreso a cobijo del sol.

La idea habría sido perfecta sino fuera porque, al alcanzar lo alto del Cerro del Gargantón (1.781 m.) me encuentro con un doble cercado de alambre de espino.

No me hace maldita la gracia que le pongan vallas al monte. Y más si tan solo es para delmitar municipios. Más adelante, en la pista forestal, encontraré un paso que tendré que superar casi arrastrándome.

Mientras hago «la culebra» para poder sobrepasar esta «fortificación de campo de prisioneros», me digo a mi mismo que me encantaría encontrarme con el que haya diseñado esta alambrada. Le diría cuatro cosas sobre como vallar una zona para impedir el paso del ganado y facilitárselo a los humanos.

Hacia Colgadizos

Cuando al fin salgo al a la pista (PR-34) veo frente a mi el Pico Colgadizos, mi primer objetivo.

A mi izquierda, las estepas castellanas, con la bonita localidad de Prádena a mis pies. Pastos y cultivos, hoy amarillos, se extienden hasta el horizonte. Camino por el cordal, como si de un inmenso muro entre ambas Castillas se tratase y sus cúspides: las almenas.

Creedme que no es en otro lugar sino aquí, que podréis tener esa sensanción de «Dos Castillas». De que esta sierra es una inmensa muralla que las separa a ambas…

El camino no tiene pérdida y trato de avanzar pegado a los árboles para protegerme un poco del intenso calor. Trato también de beber de continuo para no deshidratarme.

Escucho graznar a los cuervos.

Al fin veo la cumbre.

Abandono la pista y atravieso el monte junto al naciento del Arroyo del Chorranco. Frente a mi, el Cordal de la Cebollera. Me asaltan recuerdos, pero me deleito con el paisaje y con la brisa fresca que las alturas me regalan.

Panoramica desde el Pico Colgadizos

Este monte tiene dos vértices geodésicos separados por apenas cien metros. Uno en la vertiente segoviana, de curioso nomber: Colgadizos Tres, y luego… este.

Permanezco por unos minutos en la cima, observando la inmensidad que me rodea, con los Montes Carpetanos frente a mi, y más allá las grandes alturas de Guadarrama.

Sin embargo el calor me hace ponerme de nuevo en marcha para protegerme de nuevo a la sombra de los pinos, en camino a mi último objetivo: Peña Quemada.

Deshago el camino andado.

Hacia Peña Quemada

Mi salida de hoy también me sirve para explorar un poco estos, hasta hoy, desconocidos caminos… para un futuro proyecto que tengo entre manos.

No se cuando lo podré llevar a cabo, pero prácticamente está todo preparado a falta de investigar próximamente una de las últimas montañas que me quedan por coronar de estas sierras.

Ya lo veréis…

Contemplo como una familia de buitres sobrevuela muy cerquita de mi rumbo hacia, quizás, las fantásticas Hoces del Duratón. Sitio muy recomendable de visitar si queréis hacer un poquito de piragua y contemplar un espacio natural espectacular.

Mi mirada se adentra de nuevo en el bosque que antes he cruzado y me pregunto si realmente me llegaré a encontrar algún día con esos lobos que, según dicen , pululan de nuevo por estos montes.

Sería increíble.

Puerto de la Acebeda

Absorto en mis pensamientos, al fin llego al Puerto de la Acebeda y decido cruzar de nuevo a la vertiente madrileña. Una vez más me toca saltar por encima del alambre de espinos, aunque esta vez de modo más sencillo.

De verdad que no entiendo esto, pero como la siguiente cumbre está en el lado de Madrid, me ahorro así más saltos pasando cómodamente por aquí y caminando por el cortafuegos hacia arriba.

El camino está más pelado de árboles aquí, y eso termina por agotarme ya que el calor es bestial a pesar de estar a diez grados menos que en la capital.

«Menuda diferencia con hace una semana«, pienso. Cuando ascendí en Cantabria el Castro Valnera, no había ni una nube en el cielo, como ahora. Pero todo era verde, soplaba viento fresco y caminar o trepar era una gozada.

Ahora, a pesar de lo bonito del lugar, deambulo como un guiñapo machacado por el sol.

La montaña te hace pagar un precio, pero te regala sensaciones, aromas, vistas y «compañeros».

Quizás estas no sean alturas que supongan un gran reto deportivo o no tengan grandes nombres montañeros, pero en estos humildes montes respiras naturaleza. Y comprendes bien que tanto vale ser piedra, nube, águila u hombre…

Panoramica desde Peña Quemada

Tras un par de cuestas que revientan mis cansadas piernas, y dejar atrás un rebaño de tranquilas vacas que están siendo observadas por los buitres, llego a la cumbre de la Peña Quemada.

Una modesta cumbre de paso que me recuerda al Cerro de San Juan, allá cerca del Escorial. Si siguiera el camino llegaría a la Peña Berrocosa, ya próxima a los dosmil metros. Pero hace demasiado calor y hay poca agua para intentarlo. Tendré que dejarlo para otra ocasión.

Contemplo la Sierra de la Morcuera y la de la Cabrera muy cerquita. Más lejos, se alza la Cuerda Larga y el resto de grandes montañas.

Los reflejos del Embalse del Lozoya me recuerdan que debo bajar para reponer agua y, tras las pertinentes fotos, me pongo de nuevo en camino directo hasta el puerto.

Valle de la Acebeda

Desde aquí el camino tampoco tiene pérdida. Tan solo hay que seguir la pista hasta el pueblo.

Poco más abajo del mismo encontraréis otra fuente, cerca del nacimiento del Arroyo del Puerto. A mi me viene de lujo porque me harto de beber, y lleno de nuevo la cantimplora.

Ahora si que ya no hay problemas para hacer el descenso.

Salvo que tendré que meterme de nuevo por el sendero impracticable. Tengo un mapa que encontrar…

~

Compártelo en Facebook

~

P.S.:   No encontré el mapa…