El Cerro de San Pedro es un pico de 1.425 m. perteneciente a la Sierra de Guadarrama en el Sistema Central. Se trata de uno de los «montes isla» de la vertiente sur guadarrameña, expresión que alude a aquellas formaciones montañosas que se ubican aisladas con respecto a la alineación principal.

Este pico es especialmente famoso por sus impresionantes vistas, dado que está aislado en una zona relativamente llana si la comparamos con las grandes elevaciones de la sierra principal, como son Peñalara o Cabezas de Hierro. Desde lo alto se puede observar, hacia el norte y oeste todo Guadarrama y, dentro de ella, Cuerda Larga o la Sierra de la Morcuera. Y, hacia el sur , podemos observar de cerca todo el skyline de la capital española: Madrid.

La situación de este cerro es bastante singular, tal y como lo narró Casiano del Prado, un misionero de la geología madrileña: «Al suroeste de las masas que acabo de describir se halla la del Cerro de San Pedro, que es de gneis, situado entre Guadalix, Pedrezuela y Colmenar Viejo; y es notable, no ya por su altura, que es sólo de unos 750 metros sobre Madrid, sino por su aislamiento casi completo y por el pico que presenta su perfil por cualquier lado que se le mire. (‘Descripción física y geológica de la provincia de Madrid’, 1864)»

Aquí tenéis los datos de la ruta…:

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Localización: Colmenar Viejo (cerca de la Urbanización Puente Real)

Tipo de Ruta: Senderismo

Longitud: 4 kilómetros (aproximadamente)

Duración: 2 horas, aproximadamente (desde el punto que nosotros dejamos el coche)

Época recomendada: Todo el año

Dificultad MIDE:  → mide_CerroSanPedro

Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking y agua. (más info…)

Ruta GPS:

Cerro de San Pedro

Recomendaciones:

  • No hay agua potable en el recorrido; por tanto, como siempre, recomendamos llevar agua en la mochila.
  • Prestad atención al punto de aparcamiento: está alrededor del Km. 7,400 (no el 9, como indican algunas guías) de la M-625, junto a una caseta abandonada. Asimismo, como habrá que saltar una valla para entrar en un tramo de una finca privada, estad atentos a este asunto para no buscaros problemas.
  • Si sois aficionados a la fotografía os recomendamos llevar un trípode. Como la ruta es corta, no os pesará y podréis realizar fotos espectaculares de la sierra y de Madrid, siempre que haga buen día.

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Pocas montañas ofrecen una ascensión tan fácil y una recompensa tan espléndida al coronar su cumbre como este cerro.

Es el último de mi serie de cumbres por debajo de 2000 metros de esta temporada, antes de pasar a palabras mayores (dentro de lo que me ofrecen mis alrededores). Mañana anuncian las esperadas nevadas del invierno, que este año tanto se han retrasado, y entonces empezaremos un entrenamiento más serio.

Por el momento, me encuentro con mi viejo compañero Juan Carlos en el Alto del Mojón, junto a una vieja caseta de peones camineros, preparados para iniciar la subida y descender. Todo en menos de dos horas, puesto que un compromiso nos ata a la hora de comer.

Para mi, esta breve ruta tiene tres atractivos:

  1. Es muy corta (con lo que se puede aprovechar el resto del día para otros menesteres) y se puede realizar sin dificultad con niños.
  2. Tiene poco desnivel, pero laderas en continuo ascenso (lo cual nos puede ayudar a entrenar si llevamos un tiempo apáticos).
  3. Las espectaculares vistas desde la cima son solo comparables a las de un primo suyo: El Estepar.

Mientras saltamos el muro de piedra que supuestamente nos da paso a una finca privada, pero por donde, curiosamente, circula el sendero que todo el mundo usa para subir, ajusto mi cámara de fotos para intentar captar lo mejor posible el camino; parcialmente cubierto por la bruma de la mañana que anega completamente el skyline de Madrid.

Las laderas del monte no dan ninguna tregua y desde el principio comenzamos a ganar altura. El desnivel no llega a cuatrocientos metros, pero casi todos serán en continuo ascenso.

La vereda no tiene ninguna perdida. Incluso, suponiendo que hubiera nieve, no hay más que seguir el muro que nos flanquea a nuestra izquierda.

Apenas hay vegetación, y poco a poco iremos viendo como algunas aristas de la montaña se afilan en hermosos dientes de sierra granítica.

En un breve remanso en la cuesta, vemos pastar tranquilamente a parte de un rebaño de vacas, ajenas a nuestra presencia. La estampa es realmente chula: con un solo árbol para cobijarlas, tras ellas se alza la reconocible silueta de El Yelmo y toda la Cuerda Larga. Bajo nosotros, el viaducto hacia el tunel del AVE (conocido como el Túnel de San Pedro) que da servicio a la línea norte-noroeste de alta velocidad ferroviaria.

Tras unos minutos de seguir camino, saltamos un par de veces el muro de piedra, abierto para el paso humano, y contemplamos alguna interesantes formaciones rocosas similares para una mente romántica a las que encontraríamos en La Pedriza, aunque algo más burdas.

A nuestra derecha, la niebla y la calima forman un velo que hoy no lograremos penetrar para ver la capital, pero a nuestra izquierda, la sierra se está quedando despejada y nos ofrece, cada vez más, un espectáculo colosal.

No nos queda mucho. Ya vemos la atalaya de piedra que corona la cima, junto a una pequeña antena alimentada por placas solares.

Hemos llegado arriba en menos de 50 minutos. La cima es muy bonita y parece estar habilitada, al igual que otras que he frecuentado últimamente, como una antigua atalaya de comunicaciones. Quizás incluso con un pequeño refugio de piedra adosado.

Hace poco que han pasado las Navidades, y hallo un pequeño «Nacimiento» de madera que alguien ha colocado entre las rocas que soportan el vértice geodésico. Está en mal estado asi que, por respeto, lo recompongo un poco antes de trepar hasta arriba donde, justo bajo el vértice encuentro otro pequeño «Belén».

Desde aquí arriba veo también una felicitación de Año Nuevo en el prado contiguo, escrita con numerosas piedras. Pero lo que más me sobrecoge es la visión, nuevamente, de toda la Sierra de Guadarrama. Desde La Cabrera hasta La Maliciosa… y más allá.

No dudo en hacer las pertinentes fotos, aunque le reconozco a Juan que las vistas desde El Estepar son aún más espetaculares porque tienes más ángulo sobre la Sierra y además ves todo el Circo de La Pedriza.

Tras unos minutos en que aprovechamos para beber algo de agua y comprobar orientaciones con las brújulas, iniciamos el descenso.

Es ahora cuando nos damos cuenta de lo empinado del recorrido.

Sin embargo eso no es excusa para que mucha gente lo realice. Hemos visto a tres personas bajar mientras nosotros subíamos y, mientras bajamos, nos cruzaremos con varios senderistas, e incluso familias.

Menos mal que nosotros hemos podido disfrutar de este monte en soledad, y así lo he dejado registrado en el buzón que encontraréis en la cumbre.

El camino de bajada nos lleva más o menos el mismo tiempo ya que lo tomamos con calma.

Mientras llegamos al parking, vemos muchos ciclistas que recorren esta carretera, como todas las de la zona, en grupos pequeños todos los fines de semana. Eso nunca ha sido para mi… La bici me derrota con demasiada rapidez.

Sin embargo «mis montañas» siguen dandome satisfacciones y pequeños regalos cada vez que las piso. Los próximos retos serán de mayor envergadura, pero guardaré a estas pequeñas en un rinconcito especial para cuando quiera hacer una escapada rápida y disfrutar de lo que solo los pájaros pueden ver todos los días…

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