El alto de Cabeza Líjar es una montaña de la Sierra de Guadarrama en el Sistema Central. Se ubica entre las provincias de Ávila, Madrid y Segovia, y tiene una altitud de 1.823 metros sobre el nivel del mar.
Su situación hace que la mitad Este de Cabeza Líjar está dentro de la Comunidad de Madrid, el cuarto Noroeste en la provincia segoviana y el cuarto Suroeste en la abulense. Su cumbre esta coronada por un búnker de la Guerra Civil Española reconvertido en refugio y mirador; al lado del mismo se ubica un vértice geodésico de primer orden. Desde este mirador se ve una de las mejores vistas de la Sierra de Guadarrama y las dos mesetas.
Su privilegiada situación hace que las faldas de esta montaña, como las de sus vecinas, estén sembradas de restos de contrucciones bélicas procedentes de la Guerra Civil en diferente estado de conservación. Por otra parte, la cercanía al Alto del León, y a la carretera que partiendo del mismo llega a Peguerinos (Ávila), hace de este monte un objetivo popular y asequible para todos los que se quieran acercar a la montaña sin mucho esfuerzo.
El nombre puede provenir del término «alijar», del árabe al-disar: «propiedad o latifundio dedicado al pasto del ganado». Quizás de cuando se aprovechaban estos terrenos (como otros de la Sierra) para el aprovechamiento agrícola y de pasto con licencias otorgadas por el Concejo de la Mesta, el sexmo segoviano de Lozoya y/o otras autoridades. Un detalle que puede convencernos de ello es la cercanía de la Cañada Real Leonesa a las laderas de esta montaña.
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Localización: Alto del León (Guadarrama)
Tipo de Ruta: Montañismo
Longitud: 12 kilómetros (aproximadamente)
Duración: 4 a 5 horas
Época recomendada: Todo el año
Equipación mínima: Bastón, mochila, botas de trekking y agua. (más info…)
Ruta GPS: Cabeza Líjar
Recomendaciones:
- No hay agua potable en el recorrido, es recomendable llevar agua en la mochila que podéis aprovisionar en el restaurante del Alto del León.
- Podéis llegar a la base de la cima siguiendo la pista forestal que sale desde el puerto, pero resulta mucho más atractiva y montañera la ruta que recorre todo el pequeño cordal.
- Tras coronar la cima y observar las ruinas de la guerra y el búnker, es interesante acercarse al Alto de la Salamanca para darse una vuelta por la zona del refugio abandonado. Tan solo nos llevará unos minutos más alcanzar esta segunda cumbre.
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Cuando decidí subir al Cabeza Líjar no fue por su dificultad técnica o su altitud. Tras subir al Pico del Nevero hace algo más de un mes, me sentí sobrecogido por las ruinas que los viejos soldados habían dejado allí al finalizar la Guerra. Intrigado por descubrir alguna fortificación más del conflicto que aún estuviera intacta, y que además me proporcionara unas buenas vistas de la Sierra, estuve investigando y hallé que la mejor excursión posible para mis propósitos era esta.
No se trata de una ruta difícil, es más: uno de sus accesos desde el sur es fácilmente asumible casi en coche. Sin embargo, nosotros hemos decidido afrontarlo desde el norte, siguiendo toda la ruta desde el Alto del León por el Cerro Piñonero (1.649 m.).
Aún no es muy tarde por la mañana de un frío día de diciembre. La niebla tiene totalmente cubierto el Puerto de Guadarrama y apenas podemos ver más allá de unos pocos palmos. Nos ponemos en camino por la pista forestal que sale junto al Asador del Puerto para poder entrar rápidamente en calor, dejando tras de nosotros pequeño búnker que se haya a su vera (la foto que os ponemos es del regreso, con mejor visibilidad) y una cruz que marca el camino.
A cada paso que damos, el murmullo del poco tráfico que circula por el puerto a estas horas se va extinguiendo y empezamos a adentrarnos en el bosque.
Lo primero que nos llama la atención es un impresionante conjunto de antenas que se eleva entre la niebla como un inquietante gigante de metal. Por detrás de ella, otras algo más bajas y en peor estado se alzan entre la niebla, y todas parecen protegidas por una doble valla de alambre de espino.
La bandera de España ondea levemente, como si la pesadez del día que nos envuelve no la deje con ganas de moverse.
Caminamos junto a un complejo de comunicaciones del ejército español. No teníamos ni idea de que esto se hallaba aquí. Si seguimos la pista forestal no deberíamos tener problemas, aunque flanquear determinadas fincas puede meternos en un lío.
Parece que, finalmente, el ejército nunca se fue de aquí…
Tras un rato, parece que el día empieza a abrirse poco a poco. Tras cruzar un tipo de barrera canadiense que impide el paso del ganado, la pista forestal sigue por nuestra izquierda y un pequeño sendero se eleva hacia la derecha… Esa es nuestra ruta.
Mientras subimos, el sol se filtra por entre las ramas de los árboles y provoca haces de luz en una niebla cada vez menos densa. Sin duda es una estampa preciosa solo por la cual ha merecido la pena venir…
El camino no es ni demasiado empinado ni demasiado agreste con lo que puede transitarse cómodamente, apreciando los detalles que nos ofrece un día como el de hoy. Juan y yo comentamos que seguramente esta ruta no nos llamaría tanto la atención si no hiciera un día nublado como este.
La primera parte de la ascensión nos conduce a través de los senderos del Cerro Piñonero rodeados precisamente de pinos más o menos altos, cubiertos por entero de rocío. Poco a poco, mientras nos elevamos, vamos saliendo de la niebla y dejando atrás el Puerto. En algunos vistazos hacia el norte podemos ver las torres de ventilación del Túnel de Guadarrama, que atraviesa la Sierra para comunicar Madrid y Segovia. Por encima de él, trazos de nubes que poco a poco van desapareciendo parecen reptar en su intento de pasar al otro lado de las montañas, pero el calor del sol las deshace inexorablemente.
Poco antes de llegar a la cima del cerro comenzamos a ver los restos de algunos puestos de observación. La verdad es que son puntos privilegiados para cubrir el acceso al puerto. Durante los primeros compases de la Guerra, el ejército nacional intentó tomar este Puerto en su objetivo de conquistar Madrid. Sin embargo, estas fortificaciones y la perfecta cobertura de toda la zona que poseen hizo imposible para los falangistas el cubrir su objetivo.
Iniciamos una pequeña bajada hasta llegar a el pequeño Collado de La Gasca donde algunos coches permaneces aparcados, al borde de la pista forestal que ha rodeado todo el monte. En esta ocasión debemos cruzar el muro de piedra para seguir ascendiendo, dejando siempre dicha pista a nuestra izquierda, bajo nosotros…
Poco a poco el sendero va cambiando de aspecto. Hace unos días ha nevado por aqui y aún se conservan pequeños neveros adheridos a algunas rocas y zonas de sombra.
Las primeras nieves de la temporada…
El camino se vuelve algo más empinado y el hielo verglás empieza a aparecer sobre las rocas. Hay que tener cuidado en donde pones los pies para no resbalarte y, aunque todas las precauciones son pocas, a mi se me va uno de ellos haciéndome hincar la rodilla en tierra.
A partir de aquí, nos lo tomamos con mucha más calma. No solo por un tema de precaución sino porque en esta cara de la montaña, orientada al norte, todo permanece aún demasiado helado… incluso la hierba. Por ello, nos llaman profundamente la atención las formaciones geológicas que se han creado aquí gracias al efecto de la erosión del viento. Algunas de ellas son simplemente maravillosas y, aunque vuelven a sobrecogerme las condiciones extremas de algunos pozos de tirador semiderruídos, el hielo, las rocas y las plantas se llevan todas mis atenciones fotográficas.
Hacía bastante que por culpa de la meteorología no podía venir al campo, pero sin duda la espera me ha merecido la pena.
Los árboles están bailando,
restos de nieve cayendo a tierra.
Cristales helados a mi alrededor.
Crujidos en el suelo al caminar.
Toda la montaña nos está cantando,
es una canción de vida
que a mi me gusta escuchar.
Las laderas de la parte final están cubiertas por esporádicos restos de nieve y árboles casi cubiertos en su cara norte. A estas alturas el día se ha despejado por completo y nosotros llevamos un paso muy lento deleitándonos con el paisaje tan hermoso que nos rodea. Nos queda poco para la cumbre y cuando por fin llegamos a ella la impresionante visión del búnker principal no nos impresiona más de lo que más abajo lo han hecho las formaciones naturales.
Reconozco que el lugar es muy bonito. El bunker es imponente y se ve que lo han restaurado para servir de magnífico mirador de la Sierra, y de posible refugio a excursionistas.
Tras las obligadas fotos en la cumbre, y la visita al interior de la atalaya, no permanecemos por mucho por allí ya que el frío aquí arriba es bastante intenso. Iniciamos el descenso al Collado de la Cierva por unas escaleras talladas en la roca.
De repente, escuchamos una especie de detonación…
«¿Eso ha sido un disparo?», nos preguntamos. Qué propio escuchar un disparo en este lugar. Como un sonido de otros tiempos abducido de forma fantasmal a estos parajes cargados de una historia tan funesta. Sin embargo, el eco que acompaña a la detonación nos hace imaginar que se trata de un disparo algo lejano, seguramente proveniente de alguno de los cotos de caza cercanos.
Esperamos no tener ninguna sorpresa desagradable, porque vamos a aprovechar el buen tiempo para acercarnos al monte contiguo conocido como La Salamanca (1.787 m.).
Al llegar al collado descubrimos que la pista forestal que nos vuelve a encontrar de repente está asfaltada, ya seguramente hasta Peguerinos. Y hay algunos coches aparcados allí. ¿Los cazadores? Quien sabe…
Nosotros continuamos nuestra marcha y seguimos por un sendero que asciende al monte por su derecha. Más tarde bajaremos por un camino más directo, pero algo más empinado y congelado. Nuestro camino resulta algo incómodo porque este pinar es más joven que el anterior y los árboles nos obligan a caminar agachados continuamente. Entre eso y que los vamos limpiando de agua al rozarlos… esta última parte del camino está resultando un poco cansada.
De repente, nos damos cuenta de que el día se está volviendo a cerrar sobre nosotros. ¿Qué está pasando? ¿Nubes de evolución? ¿Nieblas a estas horas? No tenemos ni idea pero poco antes de llegar al refugio semiabandonado que se encuentra en la cima, la niebla se nos ha echado encima y no queremos permanecer mucho por aquí por si de repente se nos pone a llover.
Panorámica desde «La Salamanca» en un día despejado
Iniciamos el descenso por el otro camino, siguiendo la cresta del monte, y nos encontramos con algunos destrepes que debemos realizar con cuidado para no resbalar por culpa del hielo presente en las rocas. Esto nos cansa más de lo normal, pero no tardamos en llegar de nuevo al collado y comenzamos a seguir la pista forestal para volver por otro camino hasta el Puerto.
Tras de nosotros queda la antigua mina de wolframio y refugio de bandoleros, y de nuevo el día vuelve a despejarse. Sin duda ha sido una jornada meteorológicamente muy rara, pero, a la vez, muy hermosa. Tengo algunas rutas pendientes por esta zona, así que se que volveré más adelante.
Ahora tan solo espero poder tomarme mi tradicional cervecita, y volver para Madrid con un buen regusto en la boca.
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..ese detalle de la barrera canadiense ..jjejejeje
Ese mieza… simpre en las nubes…. jejeje o casi en ellas..
un abrazo.