Si tenéis pensado acercaros al monte, os vendrán bien estos consejos sobre como preparar tu mochila ya que tendréis que cargar con ella durante muchas horas y deberíais conseguir un cierto equilibrio en su preparación para no tener posteriores dolores de espalda; manteniendo siempre la correcta relación entre peso y material fundamental para la actividad.

Es fundamental, siempre que sea posible, que la mochila no sea demasiado pesada (resulta evidente que en expediciones de varios días en donde debamos ser autosuficientes, esta máxima puede no ser factible). Se trata de cargar el menor peso posible, para ahorrar energías. Unos gramos de más al inicio de la marcha puede significar una sensación de kilos extra cuando estás ascendiendo. Hay que intentar llevar lo realmente necesario y no meter cosas «por si acaso»; así que, antes de llenarla, haz una lista con lo que vas a meter.

Hay mochilas de diferentes tamaños y capacidades en función de la actividad que se vaya a realizar. Se miden en litros de capacidad. Así, tendremos mochilas de expedición (55-65 litros) para salidas de tres días o más,  mochilas de 35-45 litros para salidas de un día o dos, y mochilas de ‘ataque’ para llevar el mínimo lastre a la cumbre.

Las mochilas de alpinismo no tienen bolsillos laterales para no entorpecer el paso por zonas comprometidas. Sin embargo, en media montaña, las mochilas de trekking resultan muy cómodas al poder meter en los bolsillos laterales objetos varios. Hay también modelos concretos para mujer con ergonomía específica para su espalda y caderas.

En el siguiente esquema podréis haceros una idea de como deberíamos repartir las cargas para conseguir un buen equilibrio de pesos…

Como veis, a la hora de preparar el macuto, un truco es el de clasificar la mochila por secciones: la comida por un lado, la ropa por otro, etc. Meter las cosas en bolsas de plástico transparente es muy práctico: además de su función aislante, puedes ver lo que contienen de un vistazo, sin necesidad de abrirlas.

Tendremos que distribuir bien la carga para que no esté desequilibrada. Colocaremos debajo lo último que vayamos a necesitar durante la marcha como, por ejemplo, el saco de dormir. Pegado a la espalda lo que más pese, y en la «seta» superior lo que necesites más a mano y las cosas más pequeñas: frontal, mapas, navaja, gafas de sol…

Una vez tengamos la mochila preparada, cerraremos primero el saco y luego la «seta» superior. Después cargad la mochila a la espalda, dejándola antes un poco suelta, para después ir ajustando primero las cinchas de la región lumbar, de forma que queden bien ceñidas a la cintura y aliviemos el peso de los hombros. Después podremos ajustar las correas superiores pectorales y estaremos listos para nuestra travesía