Hace pocos días que se dio a conocer la noticia de que, en contra de lo que sucede en la vertiente pirenaica francesa, los perros no serán finalmente prohibidos en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido después de una, se comenta, ajustada votación. Esta noticia ha generado en las redes sociales cierta controversia entre detractores y defensores de la presencia de estos animales de compañía en la montaña; ya sean bajo control o sin él.

Vaya por adelantado que somos unos firmes defensores de los animales, y más aún de los «perretes», que tanto nos han hecho disfrutar en el monte y fuera de él. Sin embargo, también queremos dejar constancia en este artículo de una serie de consideraciones que creemos importantes, sobre todo tras leer algunas actitudes en la Red o verlas, desgraciadamente, en persona en el campo…

Por citar uno concreto que nos toca de cerca, en el artículo 42.5 del PRUG del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama se dice de forma explícita: «Artículo 42. Protección de la biota. Se consideran incompatibles las siguientes actividades: La entrada o presencia de animales de compañía o mascotas sueltos, así como su abandono. Los perros pastores en labores de compañía y vigilancia del ganado, así como los destinados al uso cinegético en los cotos en los que no se haya suprimido esta actividad, podrán permanecer sueltos, salvo en las Zonas de Uso Moderado Tipo B, donde también se mantendrán atados.»

Si investigamos un poco en la documentación legal, cosa que deberíamos hacer siempre si vamos con nuestra mascota a cualquier Entorno Natural Protegido (ENP) de nuestro país (o de cualquier otra nación), veremos que el citado artículo, con ligeras variaciones, es prácticamente común a todos los planes de ordenación y gestión. Es decir: en la inmensa mayoría del territorio español no existe una prohibición expresa a que nuestros animales de compañía entren en dicho espacio, siempre y cuando estén atados y controlados por el dueño. No ocurre así, por ejemplo, y como ya hemos mencionado antes, en el caso del vecino Parque Nacional de los Pirineos en Francia; que es uno de los más representativos a nivel europeo ya que los perros están PROHIBIDOS. Estén sueltos o atados.

Las áreas naturales protegidas no son hostiles con los perros u otras mascotas. En la mayoría de los casos conocen y aprecian los profundos lazos que unen a los animales con su dueño; pero hemos de entender que las gestiones de estos lugares desempeñan sus misiones, figurando en primer lugar el asegurar la tranquilidad de la fauna y flora salvajes y su desarrollo en equilibrio con las actividades tradicionales. Así, debemos ser conscientes que existen multitud de motivos y criterios técnicos para restringir el paso de nuestros perros a un ENP, que persiguen la compatibilidad de usos, la protección de la fauna y la conservación de los ecosistemas que justifican estas restricciones.

Por mucho que creamos que nuestra mascota es la más buena del mundo y que la tenemos perfectamente controlada, un perro, queriendo o sin querer (con sus meros ladridos), puede: ahuyentar a un rebaño o a la fauna salvaje, atacarla o ser atacado por ella, o perjudicar la reproducción de las especies (de flora y fauna) al alterarlas o trastornarlas durante épocas clave; e incluso favorecer la dispersión de enfermedades y hongos, como es el caso del Batrachochytrium salamandrivorans que produce la quitridiomicosis en anfibios, y que ha originado daños muy importantes en las poblaciones del Parque Nacional de Guadarrama.

Mirando incluso por él mismo, por su seguridad, podría, de hecho, hasta despeñarse por un barranco sin que podamos hacer nada para evitarlo. Por tanto, las normas existen no solo para proteger el entorno, sino a nuestro propio animal.

Las multas derivadas del incumplimiento de las correspondientes normativas pueden variar según la zona regulada, pero oscilan en baremos de 60 a 300€ hasta de 100 a 1.000€.

En el Parque Nacional de los Pirineos de Francia se explica con un díptico los motivos de sus prohibiciones, algunos de los cuales acabamos de comentar y otros que parece interesante reproducir a continuación:

“La prohibición de entrar con perros es norma en los parques nacionales franceses. La mayor parte de los parques nacionales extranjeros aplican también esta medida:

  • Los perros son a veces portadores de parásitos transmisibles a los ungulados (sarrios o rebecos, cabras, corderos) que pueden acarrear su muerte, por ejemplo la enfermedad de la modorra provocada por gusanos intestinales alojados en los perros. Los perros conservan un comportamiento más o menos salvaje y los que viven en la ciudad a menudo están encantados de desahogarse en el medio natural.
  • El comportamiento de marcaje territorial (deposición de excrementos o de orina) puede perturbar a la fauna salvaje (especialmente a los sarrios) y hacerla abandonar las zonas así marcadas a causa del olor de los perros. Los animales resultan así más difíciles de observar.
  • Cuando los perros persiguen a los ungulados salvajes, incluso jugando y sin intención de morder, pueden provocar que salten desde considerables cortados, pese a su agilidad, pueden sufrir roturas de huesos. Sin llegar a ello, las hembras preñadas pueden abortar y las hembras seguidas por sus cachorros pueden abandonarlos.
  • Un simple ladrido de perro hace huir a los animales salvajes hasta que alcanzan lugar seguros pero donde puede escasear la hierba; ahora bien, estos animales disponen de pocos meses para acumular sus reservas de grasa que les permitirán pasar el invierno. Todo el tiempo que pierden en alimentarse altera las posibilidades de supervivencia. Estos desarreglos tienen igualmente su importancia en los animales que salen del letargo invernal (marmotas) cuando la hierba no ha crecido del todo.
  • Los perros pueden destruir, directa o indirectamente, las puestas de los pájaros que anidan en el suelo (las de urogallos y perdices nivales) y las camadas de los pequeños mamíferos (liebres y marmotas). Así, puede comprenderse que el personal del parque nacional no pueda exonerar de esta norma de prohibición a los perros llevados en brazos o atados con una correa. Nada garantiza que en un determinando momento, durante el paseo, se escapen o sean soltados.”

Así que, en resumen: ya que somos amantes de la naturaleza y la montaña, y también de nuestros animales de compañía… sabemos lo que hemos de hacer y no solo predicar. Tratemos de respetar y cuidar a los unos como lo hacemos con los otros. Informémonos de la norma y entendámosla. Y no entremos en polémicas que no benefician a nadie.